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Obituario: Fenelón Guajardo, el «Charles Bronson Chileno».

Por: Vittorio Farfán / 13 de abril, 2013

El Charles Bronson Chileno: una copia feliz de lo que hay que ser

Recuerdo cuando niño haber visto los recuentos de «Sábados Gigantes», donde “Mario” le gritaba a un chico desnutrido “¡Como va ser el Martin Vargas Chileno, si Martín Vargas es Chileno!”. Mientras, todos se reían del pobre analfabeto con apariencia de boxeador de pueblo.

Un 11 de abril de 2013 Chile se encuentra lleno de “marchas terroristas”, con un presidente empresario de derechas entregado a la tecnología 4G, con ofertas de televisores Led Full HD. Un 11 de abril de 2013 fallece Fenelón Guajardo López, más conocido como “El Charles Bronson Chileno”.

Alguna vez Fenelón fue personaje popular de la televisión abierta, como los actuales “Arenito” o “Gallinazo”.  En esa época todavía se veía cine: muchos westerns, películas de americanos matando nazis o detectives que con una magnum acababan con todos los mafiosos de una cuidad. Era el cine “popular” de aquellos años. Fenelón era, ante todo, un sujeto de extracción popular idéntico al actor norteamericano: miraba igual, fumaba cigarros igual, sus pantalones eran iguales…vivía en la piel de Charles Bronson. Pero Fenelón también hablaba y opinaba. Era pintor, aventurero y con enormes ganas de filmar su propia película. Actuó, cantó (grabó su propio disco), bailó, intentó todo lo que cualquier sujeto popular haría por alcanzar la fama, pero pasó al olvido igual que los viejos western del rotativo, al igual que “Sábados Gigantes”, al igual que la austeridad. Chile ya no virutilla el piso ni pasa la enceradora, sino que se endeuda para pagar un televisor o el colegio de los hijos. Hacia el final de la década de los ochenta, el “Charles Bronson Chileno” solo renacía ocasionalmente de la mano de algún periodista que queríarealizar alguna nota graciosa sobre personajes míticos e indefensos.

Fenelón participó en un documental que dirigió Carlos Flores Delpino con Rodrigo Maturana llamado “Idénticamente Iguales”, donde se demuestra, además de su gran ego, como ese Chile comenzaba a avanzar para borra sus propias huellas digitales. Sería su única intervención en una película chilena, dirigiendo incluso la secuencia final en que da vida a una curiosa puesta en escena de una pelea en un bar.

Fenelón es un ícono, un hibrido entre criollo globalizado y sujeto popular anhelante de construir su propia imagen. Pero el tiempo no ha sido ingrato, y quizá es responsable de una tradición que abarca a personajes que oscilan entre Pamela Diaz a Cecilia Bolocco. La presencia del “Charles Bronson Chileno” es un antecedente directo de que Providencia sea una copia piojenta de Manhattan, es un descriptor de nuestra sociedad y de cada uno de nosotros en cuanto a identidad. El “Charles Bronson Chileno” ya no está entre nosotros, pero tenemos imitadores del imitador para rato, incluyendo un Danny Trejo talquino, que perpetúa la leyenda de Fenelón Gajardo.

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Artículos Columnas de Vittorio Crítica Opinión

Jesús Franco: El fin del fundamentalismo de bajo presupuesto.

Por: Vittorio Farfán / 03 de abril, 2013

Hay algo que diferencia a Jesús Franco de cineastas como Russ Meyers, John Waters, Roger Corman, Joe D’amato e incluso Lucio Fulci.  Es inexplicable, pero a diferencia de los otros autores, da la sensación que padecía dislexia cinematografica. Y eso es lo más facinante al ver las peliculas de «Jess Franco», quien falleció este martes 2 de Abril en Málaga, España.

En sus películas se sentia un ambiente de excesos de fetichismo, LSD y bohemia con aquella música indescriptible, en especial en su cine erótico bordeando con lo pornográfico e incluso lo bizarro. Donde todo es tan natural, las mujeres tienen pelos en las axilas, narices chuecas, maquillaje corrido, bragas sucias… Jesús Franco es sincero en sus films en una negación a la ficción elitista, esa que sólo busca ser real en la perfeccion. La indiferencia a la precariedad de presupuesto permite incorporar al relato la sensación que muchas de estas pelicula son terminadas de golpe por razones de presupuesto, sin que ello importe demasiado.

Aunque su cine no sea de carácter intelectualoide o material de investigaciones de Doctorado, en sus entrevistas podemos ver que Franco posee una teoria muy clara de cómo hacer cine, incluso una «anti técnica» frente a los convencionalismos, pro también un gran amor por el oficio.

Sobre la dislexia cinematográfica, podemos ver permanentemente sus tomas de duraciones forzosamente extensas, movientos de cámara bruscos, zoom contra zoom, actuaciones de primera toma, escenarios de plumavit, mascaras hechas con paté…un verdadero estilo barroco y a la vez gótico. Al igual que otro colega recientemente fallecido, Jean Rollin, el vampirismo urbano y el neolesbianismo, adquieren una forma de pelicula con ritmo de jazz psicodélico: Franco parecía colocar en sus oídos cotones de LSD para lograr tanta demencia, dándonos un espectro surrealista con más identidad que un limitado intelectualoide tratando de jugar a ser Proust.

Sus amistades fueron emblemáticas y variadas. Desde Orson Welles, con quien tenía una gran amistad debido al placer que tenia este obeso y juerguero director por España, como con el desquiciado actor Klaus Kinski, quien amaba trabajar en rodajes baratos y con directores mediocres

Franco es un cineasta caótico, que al final de todo es el último panteón de un cine de bajo presupuesto con errores debido a su precariedad, que de alguna forma u otra es una lucha contra la censura y los temas tabú de la sociedad, mucho más fuerte que un cine burgués lleno de peliculas sin ese calor que nos puede dar un cineasta dislexico, bohemio, fanático de las guarras como Fellini, y otros suiticos terminados en ini…

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Artículos Colaboraciones

Foro «Las censuras al documental El Diario de Agustín»

Por: Colectivo Miope / 29 de marzo, 2013

El lunes 18 de marzo de 2013, a las 18:00 hrs., en el Teatro Camilo Henríquez (Amunátegui #31), fue organizado por el Círculo de Periodistas y el Colegio de Periodistas el foro «Las censuras al documental El Diario de Agustín«, en el contexto de la polémica desarrollada en las últimas semanas sobre la cancelación de un panel a realizarse en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Junto con exhibirse el documental de Ignacio Agüero, se efectuó el panel en que participó la premio nacional de periodismo Faride Zerán, el ex ministro del Interior, Francisco Vidal (quien finalmente no asistió), y el productor del documental, el periodista Fernando Villagrán, todo moderado por Marcelo Castillo.

A continuación presentamos una transcripción del foro realizada por Colectivo Miope, con el objetivo de ampliar la discusión sobre los asuntos tocados: televisión pública, duopolio, concentración del poder, los medios, el cine nacional, etc.

Marcelo Castillo [Presidente del Colegio de Periodistas]: El documental que acabamos de ver habla por sí solo.

Como Colegio de Periodistas de Chile en conjunto con el Círculo de Periodistas de Santiago, quisimos dar una señal concreta de cual es nuestra posición respecto del papel que jugaron los medios de comunicación durante la Dictadura, y más que sacar una declaración, como lo hemos hecho en múltiples oportunidades denunciando la complicidad de estos medios y –como se decía en el documental– tomando una actitud activa como Colegio frente a la violaciones a los derechos humanos, quisimos hacer algo concreto: romper el cerco de la censura.

Hace dos semanas, aproximadamente, cuando vi la información a través de las redes sociales de esta censura que se había sometido al documental, llamé inmediatamente a nuestro colega Fernando Villagrán y ofrecer esta posibilidad, que es un ejercicio concreto de libertad de expresión.

No podemos tolerar bajo ningún punto de vista la censura y la amnesia en el Museo de la Memoria. Particularmente, desde nuestra perspectiva como Colegio de Periodistas de Chile, nos hemos propuesto jugar un papel activo en este año respecto de lo que son las políticas públicas en el terreno de las comunicaciones, y nos parecía que esta connivencia; entre el director del Museo de la Memoria (Ricardo Brodsky) y el director de Televisión Nacional (Mauro Valdés) y directamente con El Mercurio, es una cuestión que no podríamos aceptar.

Justamente, lo que esperamos nosotros, como Colegio de Periodistas, es que todas aquellas características propias de la “transición pactada” que nosotros hemos visto en este documental y que han obligado o han llevado a este silencio –respecto de los medios de comunicación–, queden definitivamente atrás.

En nuestro último congreso nosotros hemos sido claros en el sentido de plantear que el principio del derecho a la información tiene que ser llevado al rango constitucional, y eso, necesariamente, significa enfrentar la concentración de la propiedad de los medios de comunicación y que el Estado asuma su responsabilidad para asegurar este derecho a todos los ciudadanos.

Este es un ejercicio concreto y nuestra intención es, también, abrir un debate que nos permita recoger las propuestas de la ciudadanía respecto de lo que tienen que ser los medios de comunicación en el futuro. Lo hicimos en septiembre pasado, a través de las cumbres sociales, en la Universidad de Santiago. Ya hay propuestas que se están discutiendo y esperamos que, de ahora en adelante, esta cierta complicidad implícita con El Mercurio quede definitivamente atrás.

Esa es nuestra intención y, por supuesto, quisimos reproducir el foro que iba a hacer el Museo de Memoria –no solo el documental– tal cual se iba a hacer allá y no se hizo. Por distintas razones nos faltaron dos invitados que son Francisco Vidal y Giorgio Jackson. Giorgio se excusó, tenía otras actividades, no le alcanzaba la agenda; el ex-ministro Vidal había dicho que iba a venir y la verdad es que no sabemos por qué no llegó.

Pero, está aquí nuestro colega Fernando Villagrán y la Premio Nacional de Periodismo Faride Zerán, y yo quiero que ellos nos cuenten esta experiencia de una nueva censura que, evidentemente, es inaceptable en las actuales condiciones de democracia. Voy a dejar con la palabra a Faride, y después vamos a escuchar a Fernando.

Faride Zerán: Buenas tardes. Gracias por la invitación. Quiero agradecer al Colegio de Periodistas, a los colegas que están aquí presentes, a los amigos, querida Iris, Liliana; veo a nuestro ex-miembro de la Fundación Ford Augusto Varas, quien nos apoyó con la Escuela de Periodismo para que se pudiera realizar El Diario de Agustín con el grupo de tesistas. Gracias una vez más, Augusto, por ese gesto. Veo a mi amigo Jaime Gazmuri, que fue uno de los que me apoyó cuando me nombraron miembro del directorio de TVN. No duré los 8 años, duré solo 4….me sacaron, pero bueno, la vida es así. En fin.

La verdad es que no es muy agradable estar hablando nuevamente de censura. O sea, a estas alturas, en el 2013, cuando ya han transcurrido cuatro gobiernos de la Concertación más uno de la derecha, uno podría decir que ciertos arrastres de la dictadura han sido superados.

Claramente lo que ocurrió…lo que está ocurriendo con El Diario de Agustín nos demuestra que los periodistas –los que formamos a los periodistas– y los ciudadanos con espíritu libertario no podemos bajar la guardia.

Este tema se origina antes de la censura de que fuimos objeto….Es pertinente señalar y clarificar que El Diario de Agustín sí se exhibió en el Museo de la Memoria. Lo que fue censurado por su director, Ricardo Brodsky, fue el panel cuyo titulo era “¿Por qué no se exhibe El Diario de Agustín en la televisión chilena?” Y eso, digamos –como se lo señalaron al productor y periodista Fernando Villagrán, y a Ignacio Agüero– básicamente se debió a que no le agradó…o temió, más bien, temió el director del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos –el lugar donde se resguarda la memoria y donde está la memoria de muchos de nuestros amigos/as, compañeros/as que dieron su vida por defender esa libertad de expresión y su derecho al disenso–, pareciera ser que Ricardo Brodsky tuvo miedo y, de hecho, lo expresó (está en la denuncia que yo formulé; no filtré por poner una denuncia formal). Él expresó su temor a que tanto Vidal como yo pudiéramos atacar a TVN, o a su amigo Mauro Valdés. Ricardo no quería, entonces, que se usara la tribuna del Museo de la Memoria para un hecho como ese. Ante lo cual, Ricardo, le pedía un cambio de panelista a Ignacio Agüero, e Ignacio señaló que no iba a hacer ese panel porque no aceptaba ese cambio de panelista porque, justamente, le parecía que era un debate que había que hacer.

Es decir, hoy día estamos debatiendo –justo faltan dos personas, claro: Giorgio y el exministro Vidal– lo que deberíamos haber debatido ese día cuando se exhibió El Diario de Agustín en el Museo de la Memoria, y es, porqué la televisión chilena no emite El Diario de Agustín.

En antecedentes a esto y por eso no filtré, en tanto soy la actual coordinadora del programa Libertad de Expresión del ICEI (cuando se filmó El Diario de Agustín yo era directora del ICEI y, entonces, Ignacio y Fernando hablaron conmigo para este proyecto. Y eso se lo entregamos al programa Libertad de Expresión, de ahí el grupo de tesistas investigaron sobre estos hechos que en definitiva le dan sustento a este registro documental que estamos viendo). Qué ocurre, porque estamos en antecedente además y preocupados por El Diario de Agustín, porque sabíamos que TVN la había comprado hace más de 3 años; que los derechos exhibición caducaban en mayo de 2013 y a enero de 2013 no estaba programada la exhibición en la pantalla de TVN. Y eso, nos tenia inquietos tanto, por supuesto, a Ignacio Agüero y a Fernando Villagrán como a nosotros desde el programa Libertad de Expresión, asumiendo que tal vez tendríamos que hacer gestiones, presiones, para que pudiera se exhibido. No era posible que se repitiera lo que había ocurrido en la Dictadura, y es que, por ejemplo, TVN, la televisión pública –en ese momento no era tan pública–, había comprado los derechos de la serie Holocausto para guardarla; la serie que narra los horrores del nazismo, para que ninguna otra….para que no fuera exhibida. Entonces, pensábamos –los malpensados– que tal vez había sido comprada para no ser exhibida. Y claro, no queríamos tener la razón ante una cosa así. Pero, efectivamente, ocurre que, ante la presión que se empieza a dar, las llamadas telefónicas no respondidas –y eso se los contará Fernando más de primera mano– y ante una declaración de Fernando Villagrán al diario The Clinic diciendo que al parecer el directorio de TVN le tenía miedo a Agustín Edwards, se recibe una carta –que me la hace llegar Ignacio Agüero– donde el director ejecutivo de TVN Mauro Valdés le señala que visto este insulto, o esta falta de respeto y oído el directorio, se ha decidido caducar el contrato y no exhibir El Diario de Agustín. Esto a tres meses que finalizara el contrato.

Bueno, ésto es lo que precede a lo que ocurre en el Museo de la Memoria. Por eso, tal vez, la preocupación de su director, Ricardo Brodsky, de que nosotros, justamente, habláramos de esto, de que emplazáramos a TVN, de que dijéramos: no es posible que la televisión pública compre un documental y no lo exhiba; no es posible que los miembros del directorio de la televisión pública que supuestamente representan a sectores de izquierda, o pseudo-izquierda, o progresistas, guarden silencio cómplices frente a esto; no es posible que a estas alturas todavía se les diga a los chilenos que es lo que se puede ver y que es lo que no se puede ver en la pantalla chica; que no es posible que a 40 años del golpe el debate sobre nuestra memoria, sobre el rol, en este caso concreto, de la prensa en la época de la dictadura –particularmente de El Mercurio– se siga callando. Nos parecía que eran temas interesantes de debatir, de plantear, de conversar. Pero no todos pensaron eso. Entonces, de ahí esta censura a parte de los miembros del panel. Y de ahí, luego, esta situación de denuncia. A mi me parecía que correspondía que la opinión pública supiera de esta situación. Yo soy parte de un equipo que forma periodistas, y en ese sentido el silencio frente a la censura es justamente lo contrario a lo que nosotros predicamos en las aulas de la Universidad de Chile. No podía darle un mal ejemplo a mis estudiantes. Y, por supuesto, se publicó esto que me parece que es un derecho y un deber.

Y, bueno, la pregunta es Por qué TVN no exhibe El Diario de Agustín en sus pantallas. ¿Está claro, o no está claro? Porque, no porque la Derecha tiene unos tentáculos tan grandes –creo yo– que le tape la boca a la ciudadanía. Es porque, tal vez, nuestros representantes quienes son nuestros aliados políticos –en algunos sentidos– o que se supone que piensan mas o menos como nosotros, cuando se instalan en ciertos cargos se transforman en unos burócratas, que cuidan sus pegas, cuidan sus relaciones, cuidan sus redes y no quieren molestar al poder. Pelearse con El Mercurio, molestar a El Mercurio, puede tener consecuencias: se cae en listas negras, eso lo sabemos mucho. En fin: no existen. Da lo mismo. Pero para otras personas pareciera ser que sí es muy sensible no aparecer en la Vida Social de El Mercurio, o no existir para el diario El Mercurio. Yo, personalmente, no creo que Agustín Edwards esté preocupado de perseguir a la gente para que exhiban o no la película. Yo creo que nuestros burócratas –de las elites– hacen la pega que nadie les está pidiendo, un trabajo sucio que nadie les está pidiendo. Y eso me parece que es lamentable. Eso habla de un déficit de democracia. Creo que habla de un déficit de espíritu libertario. Creo que habla de una ausencia de evaluación de lo que es la libertad de expresión, de lo que es el debate ciudadano, y habla, en definitiva, de la pobreza de nuestra democracia. Creo que si hay una tarea pendiente frente a esto, es, justamente, el densificar el diálogo, el debate. No temerle al debate ciudadano, no temerle a los poderes. Y creo que, en ese sentido, las movilizaciones del año pasado –tanto de los estudiantes como de otros movimientos sociales– nos dan una minuta de que, efectivamente, la gente está mucho más abierta de lo que nuestras elites o quienes nos representan –esos burócratas– pretenden. Creo que, en ese sentido, no podemos guardar silencio y tenemos que decir las cosas como son. Yo, creo que en una primera intervención lo dejo hasta aquí. Creo que es importante escuchar a Fernando y creo que es importante que cada uno de ustedes se indigne de que la televisión pública no exhiba un documental que ha sido premiado internacionalmente, y que fue comprado, y que, por razones que ya estamos conversando, sencillamente no se presente. Gracias. [Aplausos]

Fernando Villagrán:  Gracias. Primero, los agradecimientos al Colegio, al círculo de periodistas, a las personas que mencionó Faride que participaron de alguna u otra manera en el proyecto. La película se realizó entre el 2005 y el 2008.

La verdad es que es muy ingrato –más  allá de los agradecimientos– llegar a esta circunstancias. De tener que llegar a hacer un debate que no se pudo hacer en el Museo de la Memoria. Yo no me quiero detener en escudriñar los vínculos, las razones que llevaron al museo –que organizó además la exhibición y el panel– a suspenderlo a última hora, sino mas bien centrarme –lo me parece una paradoja muy patética– en que esto que estamos experimentando, una polémica los últimos días, es una buena fotografía de uno de los grandes déficit de esta renacida democracia de las últimas décadas. En definitiva, el por qué no se exhibe El Diario de Agustín en la televisión chilena –y no fue un exabrupto lo que yo dije– es porque le tienen miedo a Agustín Edwards.

Pero hay una pregunta que, evidentemente, tienen que responder otros, quienes inciden en las políticas publicas, quienes han incidido en un modelo de televisión pública que, a mi juicio, ha llevado a no cumplir el rol de tal; y esta fotografía de esa precariedad –de la situación de los medios de comunicación y del pluralismo en nuestro país– de alguna manera oscurece las expectativas, incluso, de lo que planteaba en su introducción Marcelo. Creo que, como en otros ámbitos, el esfuerzo y la orientación que se requiere en este país para cambiar este orden de cosas es, necesariamente, mayor que el que hemos conocido, y que pondrá a prueba a los distintos sectores democráticos y las organizaciones sociales en los últimos tiempos. Yo no quiero –y por eso hicimos nosotros el documental El Diario de Agustín, asumiendo las repercusiones, el impacto que pudiera tener–, no queremos resignarnos a una cierta fatalidad de que este país va  a seguir siendo mandado por dos grandes cadenas de medios…. y aunque se leen cada vez menos, y aunque, aparentemente, tienen menos incidencia en la formación de la opinión publica –por toda una situación de contexto que no viene al caso analizar– continúan teniendo una cadena de poder que llega hasta donde llegó en este caso. La verdad: sorprendente, ingrato y lamentable.

Pero yo quiero quedarme con la expectativa de que ese impacto que provoca este documental, que recién vimos. Lo que ha provocado en las miles de personas que lo han visto –ya sea a través de los dvd, en cines y en la itinerancia que ha hecho por todo el país mostrando la película a organizaciones estudiantiles, culturales, poblacionales– tiene que llegar, efectivamente, a esa masa televidente que justificaba el interés y el empeño nuestro porque Televisión Nacional cumpliera su contrato.

Yo creo que, más que más que contarles entretelones, seria interesante darnos un espacio para escucharlos a ustedes: las preguntas. Quiero contar, resumidamente, que nos costó mucho que Televisión Nacional comprara el documental; nos costó mucho durante el gobierno anterior, con las autoridades anteriores. Tengo que decir que el principal escollo que hubo entonces fue Daniel Fernández, el director ejecutivo de Televisión Nacional [pifias del público]. La conducta del señor Mauro Valdés no es tan distinta ni tan sorprendente. Pero, también tengo decir que esperábamos una actitud distinta de algunos miembros del directorio porque, como suelen ser las cosas, esa cierta hipocresía nacional con que funciona cualquier político: en las conversaciones privadas algunos de los directores siempre me habían manifestados que iban a dar la pelea y que se iba a dar de todas maneras. Sin embargo en este último tiempo han guardado silencio, no se han hecho cargo ni han desmentido la aseveración del señor Valdés de que aquella declaración mía sobre el temor que tenia el directorio a Agustín Edwards era un agravio y una presión insoportable.

Si dijimos eso fue porque vivimos una larga experiencia de tramitación, de burlas. Nosotros nos un dimos tiempo, solo a mediados del año 2012 comenzamos  preguntar a Televisión Nacional cuándo se exhibía, porque se iba a terminar el contrato que los obligaba a exhibirla tres veces. Fueron tantos los llamados a Mauro Valdés que él nunca contestó, que provocó que una ejecutiva de programación llamara a Ignacio Agüero para decirle que estaba resuelto lo de la exhibición, que se iba a exhibir el 23 de diciembre del 2012, a las 24 horas [risas]. Nos provocó la misma sonrisa el horario. Pero después de un momento de  reflexión, dijimos “bueno, hay que aprovechar el momento. Y seremos nosotros a través de las redes sociales los que ayudaremos a que la película se vea. Pero antes confirmemos que sea así”. Y, efectivamente, en la confirmaron se nos dijo que no iba a ser así, que se iba a exhibir en un ciclo que se iniciaba a comienzos del 2013. Posteriormente, en una conferencia de prensa de los ejecutivos de Televisión Nacional para dar a conocer la programación de su parrilla, se anunció que había un ciclo de realizadores chilenos de 12 documentales y, obviamente, El Diario de Agustín, no estaba.

Cuando haciendo abuso y abuso de la paciencia volvimos a llamar para preguntar por qué no estaba, la respuesta fue que iban a buscar “una mejor fecha”. Pero cualquier fecha era posterior al cumplimiento del contrato y, en ese contexto, fue que yo dije que el directorio de Televisión Nacional le tenía miedo a Agustín Edwards.

Pero yo quiero imaginar que, volviendo a lo anterior, ese impacto que provoca esta historia, audiovisualmente –muchas de esas historias que se relatan en El Diario de Agustín se han escrito, están en libros, están en otros documentos, pero otra cosa es un trabajo audiovisual–, yo quiero pensar que ese impacto que provoca y el debate que abre sobre nuestra historia, sobre un personaje como Agustín Edwards, sigue siendo tan importante después de más medio siglo de intervenciones en la vida nacional, llegue a suceder.

Y nosotros, por lo menos, y agradecemos la solidaridad de todos: del Colegio, del Círculo, de todos los que están acá, sabemos que muchas más gente que estos días a través de las redes sociales lo ha hecho muy evidente. Vamos a insistir, probablemente no será Televisión Nacional pero a vamos a dar la pelea porque este trabajo sea visto por el público y que provoque el debate que está pendiente. Muchas gracias. [Aplausos].

Marcelo Castillo: Antes de cederle la palabra a ustedes quisiera, muy brevemente, leerles los párrafos de una carta que nos envío María Olivia Mönckeberg, directora del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, y Premio Nacional de Periodismo 2009. La situación general ha sido descrita tanto por Faride como por Fernando, así que no voy a repetir ese parte. La parte final de la carta, de María Olivia, dice:

Como ustedes bien saben, la libertad de expresión es un derecho básico en una sociedad, y son demasiadas las trabas que experimenta en nuestro país para aceptar que desde entidades que deben defenderla sea restringida. Estoy convencida que este derecho humano fundamental debe primar sobre otras consideraciones como pueden ser las de índole político, ideológico o económico, si queremos profundizar nuestra democracia. Por todo eso es que en el ICEI nos ha parecido especialmente sensible que esta discusión se dé con el director de una entidad como el Museo de la Memoria por todo lo que significa esta institución, con la que podríamos tener muchos puntos en común para defender esos valores.

Para terminar, solo les manifiesto que no veo en este episodio responsabilidad alguna de la universidad ni de nuestros académicos.

Saluda atentamente,

María Olivia Mönckeberg.-

Faride Zerán: Yo quisiera agregar que esa declaración de María Olivia tiene su origen en una declaración que encabezó ella –como directora del ICEI– con el Consejo del ICEI en solidaridad por el tema de la censura con dos académicos –Ignacio Agüero, también es académico del ICEI, y yo–; y esto motivó una respuesta con párrafos mas o menos groseros de Brodsky hacia ella. Y eso motiva, nuevamente, esta respuesta que está leyendo Marcelo Castillo. Además, hay que señalar, también, que hubo una manifestación escrita pública de la Asociación de Documentalistas de Chile por este tema. Y, de alguna forma –como dice Fernando Villagrán– ha habido una manifestación de la gente a través de las redes sociales.

Ahora, antes que comiencen las preguntas, yo solo quiero señalar que creo hay que dar al pelea para que la televisión pública exhiba El Diario de Agustín. Hay que emplazar a los miembros del directorio de TVN –que se dicen representan a sectores que no están en la derecha– a que se pronuncien sobre si están de acuerdo o no con la sanción, con la medida de vetar El Diario de Agustín. O sea, saquémonos las máscaras. Ayudemos a que se saquen las máscaras. No podemos seguir haciéndonos los locos. Creo que esto es muy grave. Evidentemente aquí hace falta una nueva ley de televisión pública. Hace falta ampliar el concepto de diversidad  y pluralismo. Hace falta muchas cosas. Lo que no podemos hacer es pasar de largo un acto flagrante de censura de la televisión pública y que aquí habla de un director de un Museo de la Memoria donde, justamente, su deber es salvaguardar la libertad de expresión, por la cual han muerto muchos que hoy están en ese espacio. Gracias. [Aplausos].

Marcelo Castillo: No les voy a pedir que solo hagan preguntas también pueden hacer aportes, pero si lo que les pido es que apelamos a donde estamos, en un espacio de los periodistas, y tengamos poder de síntesis.

Persona #1 [varón]: Que TVN censuró es evidente. Pero creo que es bastante más grave que eso. Los ejecutivos de TVN son cómplices de miserables civiles que participaron en el golpe militar. Yo creo que eso tiene que ser subrayado. Faride pidió que nos indignáramos. Esta la tercera vez que veo el documental y, la verdad, es que no tengo indignación, tengo furia por lo que veo. Muy rápido Plan Z justificó torturas y asesinatos: no hay uno individuo condenado. Agustín Edwards es un traidor a la patria. El día 5 de septiembre de 1970 se va a Estados Unidos y, gracias a su amigo, el presidente mundial de la Pepsicola –que después le va dar empleo durante todo su autoexilio– se determina el golpe de estado, antes que Allende fuera ratificado por la Corte Suprema.

Mi pregunta es la siguiente, considerando que todos los civiles que ahí aparecen están en la impunidad absoluta, además del miedo obvio al dueño de El Mercurio ¿No habrá miedo también a todos aquellos progresistas, demócratas, etc., etc., que aparecen de una manera que da simplemente –a mi– repugnancia, abrazados con Agustín Edwards, en las páginas de eventos sociales? Gracias.

Marcelo Castillo: Vamos a acumular varias preguntas….

Persona #2 [varón]: ¿Podría hacer una propuesta? De que la gente que hablara diera su nombre…

Persona #3 [dama]: Mi pregunta es, apelando a la memoria….

Marcelo Castillo: ¡Perdón!, había una petición….pa’ que todos nos conociéramoh….

Persona #3 [dama]: Ah, perdón. Soy [¿….Bruneman?] de la USACH. Quería, un poco, apelar a la memoria. Los hechos históricos no acontecen de forma espontánea, todo tiene un origen que va más allá de lo que vemos, de lo visible. Tenemos la declaración de Arturo Fontaine que reconoce que para ellos burgueses un comunista es lo mismo que un socialista y que un pekinés. Entonces, desde ese punto de vista ¿creen ustedes realmente que don Agustín Edwards fue a EEUU el 5 de septiembre porque a él se le ocurrió, y decirle a su amigo de la Pepsicola: oye ayúdenme para derrotar al gobierno que acaba de aparecer?

Tenemos que pensar que desde 1958 nuestro ejercito viajó en forma creciente a EEUU a prepararse para no sabemos qué. En forma consistente cada vez viajaron más militares. Y hubo preparación especial para eventos especiales, y después se puede ver en la preparación que tuvieron para poder dar el golpe que se dio, de Estado. Entonces, esa es mi pregunta ¿crees ustedes que tenía el poder Agustín Edwards para llegar a EEUU y decir “ayúdenme”? ¿No fue al contrario? Que estaba preparado desde antes por EEUU para intervenir en Sudamérica, como pasó después en Argentina, o había pasado en Brazil; la preparación fue simultánea, en toda Sudamérica en un periodo, más o menos amplio….

Persona #4: Yo soy Jaime Gazmuri, actualmente estoy dedicado a actividades académicas, en la Universidad San Martín de Buenos Aires, en la Universidad de Talca sede Santiago. Solamente quisiera decir lo siguiente: he venido a compartir –no solamente una vez más, ya es cuarta vez que veo el documental– lo que ha expresado Faride, es verdad, es muy indignante que Televisión Nacional no haya dado el documental, y es también muy indignante que haya suspendido el debate el director del Museo de la Memoria. Y lo otro que quisiera decir es que, sin perjuicio de que esto abra un debate muy amplio, yo creo que en general los chilenos, convengamos, creo deberíamos aprovechar además para este año –que va a ser un año electoral, donde debería haber un debate muy amplio– el tema de la libertad de expresión y el duopolio de la prensa, que es un tema muy severo.

Yo solamente quisiera apuntar a que este debate debe generar un nuevo puente: la gravedad y la lucha que hay dar en torno al tema específico. Porque Televisión Nacional tiene la obligación de darlo. No tiene ninguna razón para no darlo. A pesar de que deberíamos tener un estatuto de la televisión pública mucho mejor que la que hoy día tenemos. Pero la que tenemos los obliga a dar. La ley los obliga. Este es un documental que está premiado. Aquí no hay ninguna razón de calidad, ni de público, no hay ninguna razón “técnica”….aquí hay una pura razón de presión política. Y como dijo Fernando, tenemos gente que debía representarnos y no lo ha hecho. Tenemos que exigirles, por eso fueron nombrados. Entonces lo que yo digo, hay que acompañar este proceso. Aquí la denuncia es fundamental. Nosotros deberías ponernos el objetivo de que, finalmente, se ponga en la programación del canal. Yo creo que sería también un incentivo.

Persona #5 [dama]: MauraYo he escuchado hablar de televisión pública. Quisiera que me expliquen por qué hablan de televisión publica en un país donde la televisión publica se terminó en 1980…si es que, debe haber sido un poco antes. En Chile no existe nada publico, ni la Universidad de Chile, todo es con fines de lucro y no existe ningún organismo de comunicación pública. Bueno, ahora creo que es una falacia hablar de algo público en ese sentido.

Se habla del poder de El Mercurio y se dijo que todo el mundo quería estar en la páginas de Vida Social. Efectivamente, se terminaron diarios como La Época, el Punto Final, revistas y todo ¿Por qué? …. [Murmullo en la sala]…..¿Ah? Todavía existe [Punto Final] … Bueno. Por que todos los personeros de izquierda, incluidos los del partido socialistas, etc., etc., lo único que quieren es aparecer en las páginas de Vida Social. También ese es un tema muy importante.

Persona #6: Mi nombre es Sergio Cárcamo, soy periodista de El Mostrador –pero hablo a título personal–. Yo creo que, finalmente, el documental –es segunda vez que lo veo– es una excusa para hablar de los medios. Yo no creo que el tema de fondo y relevante sea que se dé en TVN, yo creo que es necesario, pero no es lo de fondo. Lo de fondo es que la Concertación –por la que yo vote un par de veces, y la última vez ya no vote– no vuelva a presentarse indignada ante lo que ocurrió en TVN. Yo creo que eso no es aceptable, una actitud así. Y ese es el tema de fondo, me parece a mí, los últimos veinte años, desde que volvimos a la “democracia” –así entre comillas– la Concertación nunca tuvo la vocación de desarrollar medios públicos, medios de comunicación diversos, incentivarlos. Nunca han sido regulados los medios en Chile; cuál es la situación de propiedad que existe en los medios, los conflictos de interés son violentos; y nuestros parlamentarios que nos ha dado este país –al menos de la Concertación, que es donde que uno esperaría que tuvieran una visión distinta– nunca hicieron nada por hacer cambios de este tipo, ¡nada!…¿no? Nada relevante. Entonces hoy día indignarse por lo que pasó en TVN me parece, al menos, patudo. A mí lo que me interesa estando ustedes dos al frente –dos personas relevantes– es qué hacemos para delante. Es decir, lo que pasó con El Mercurio es una cuestión más obscena ¿no?, lo que muestra El Diario de Agustín. Pero eso hoy día se sigue repitiendo, todos los días, a cada rato. Lo que pasa es que como los medios son los mismos que definen que es lo que se publica, o que es lo que es verdad y lo que no, no podemos discutir cosas como estas. Ésto no va  salir en ninguna parte. No va a salir en la televisión esta discusión. Entonces, qué es lo que se hace hacia delante. Porque la Concertación no va cambiar esto –alguien lo dijo–, están muy bien en sus puestos. Entonces qué hacemos para que lo que ocurrió en dictadura no siga ocurriendo; hoy menos duro que antes pero que no siga ocurriendo. Cómo hacemos ese cambio.

Marcelo Castillo: Allá atrás hay dos palabras y una tercera allá. Ahí estaríamos cerrando el debate….[Alguien pifia]….Podemos seguir conversando informalmente luego, por supuesto.

Persona #7: Buenas noches, soy Carlos González. Yo creo que  –tomando las palabras de Faride Zerán y también del realizador– hay burócratas, hay un directorio de Televisión Nacional, hay gente, algunos tipos que fueron nombrados ahí por los gobiernos de la Concertación –me imagino–….Cómo se explica que esa gente no le dé cuenta a nadie, y se pasen por….no sé…..por sobre la cabeza una cuestión que es tan importante como ésta, de que los chilenos tengan la oportunidad de conocer la conducta traidora, golpista, todo lo que hizo este adoctrinamiento. Eso no es tolerable. O sea, qué sacamos con decir “me enojo, “me indigno”, “no se qué”, ¿qué vamos a hacer?. Yo quiero saber, sobre Televisión Nacional: cual es el presupuesto nacional que tiene, ¿es que lo financia el Estado chileno?  [No: dicen varios]. ¿No? Bueno. Entonces no es “televisión nacional”. Ahora, qué obligación contractual tiene Televisión Nacional para exhibir algo que compró y que, finalmente, decidió una cuestión que nadie sabe, entre gallos y media noche.

Y la otra cuestión que también me preocupa: la actitud del director de ese Museo de la Memoria que es un museo para la risa. Yo que estuve en Chacabuco un año preso, y fui torturado en el Estadio Nacional, varias veces he llamado a ese Museo para preguntar por qué no hay información precisa sobre esos hechos tan dramáticos que se vivieron en el país. Se habla así en general, dos palabritas, por aquí por allá, y que no se hable. Eso es lo que me indigna en un país con una clase política claudicante. Y es cuestión de ver algunas fotos que se vieron ahí [en el documental] del señor Lagos tomando tesito, seguramente algún traguito, con Edwards, para el Centenario. En fin. Gracias.

Persona #8: Hola, buenas noches, soy del Centro de Investigaciones y Promoción de los Derechos Humanos de Temuco. La verdad es que sin minimizar el incidente grave que ha sucedido con el Museo de la Memoria, yo creo que lo que hemos hecho es, simplemente, develar un poquitito esa oscuridad que no nos permite ver el país real en el que estamos viviendo. Este no es un país donde haya una democracia que permita la expresión de todo este tipo de ideas. Yo creo que aquí está la constatación de que no estamos en un país democrático. Nosotros tenemos que ver la forma que esto –estos encuentros, esta reunión– permita avanzar en cómo vamos resolviendo esta situación, por que esto es cotidiano, es a diario. No sacamos nada con llorar sobre la leche derramada y decir que la Concertación ahogó a los medios de comunicación, porque esa es una realidad concreta. El gobierno belga iba a hacer un aporte para la mantención de la revista Análisis y el gobierno [chileno] en una nota de protesta le señaló a ese gobierno belga que si hacia ese aporte se iba presentar una acusación por injerencia en asuntos internos. Entonces, nosotros estamos a veintitantos años del termino de la dictadura constatando esto, pero el problema es que nos vamos a entrampar entre nosotros. O sea, tenemos clara la problemática pero necesitamos la solucionática [sic]. Y por lo tanto, yo creo que uno de los llamados que debemos hacernos es a cambiar la institucionalidad que nos rige. Ese es el meollo del asunto. Aquí estamos haciendo una catarsis con nuestras opiniones, y discúlpenme si soy medio brutal. Pero, tenemos que ponernos en movimiento para recuperar la democracia, para tener una constitución democrática que impida estos abusos y este tipo de cosas.

Nosotros aquí estamos develando una pequeña parte. Podemos estar de acuerdo o en descuerdo, que tiene mas o menos poder Agustín Edwards, que influye o no influye. El problema es que las instituciones funcionan de manera tal que los poderes fácticos –los que mandan realmente en el país– cortan el queque cotidianamente.

Yo, derechamente, hago un llamado a que tenemos que podernos en movimiento como ciudadanos y exigir una nueva constitución, y de eso se trata, vía asamblea constituyente. Gracias. [Aplausos].

Persona #9: Hola, soy Ernesto, soy trabajador del teatro, y he venido acá, precisamente, enterado por el debate que se levantó a través de esta develación, denuncia, también, a través de las redes sociales. Vengo como un ciudadano preocupado por las restricciones a la libertad de expresión ¿no? A mí me preocupa por sobre todas las cosas, un tema que propone Faride, que tiene que ver con la posición que están estos burócratas en estas instituciones públicas como Televisión Nacional o el Museo de Memoria y los Derechos Humanos; estas elites, finalmente –estoy de acuerdo– están cuidando su trabajo y que, efectivamente, reaccionan ante el quedar bien; este miedo a ciertos poderes fácticos que andan rondando todavía por esta sociedad tan educada, y todavía con esas secuelas del miedo.

Creo que este acto también me parece muy simbólico en relación a este tema; que esté el logo del Colegio de Periodistas ahí en el escenario; que esté el Circulo de Periodistas de Santiago con 105 años me parece un momento como para poder reflexionar, también, en el poder que ustedes tienen como periodistas ¿no? Mucho se habla de que son los periodistas los encargados, de alguna manera, de comunicar a la sociedad, de organizar, administrar, siempre a través de la verdad ojalá –no todos son así, lo sabemos–. Lamentablemente muchos de sus colegas también trabajan en El Mercurio o en La Segunda y tienen que agachar el moño, sabiendo lo que significa ese medio de comunicación, porque necesitan trabajar. Ahora, el poder que tiene la representatividad del Colegio de Periodistas creo que debiera utilizarse, y pienso que la ciudadanía estaría muy a favor de ustedes. Ustedes y este panel acaba de recibir una censura de manera oficial, de parte del señor Ricardo Brodsky como director del Museo de la Memoria. Es una censura. Ese acto debe denunciarse a nivel nacional. Y, por lo demás, en una institución pública a la que él representa debería renunciar. Uno debería pedir la renuncia a ese hombre. No podemos permitir que estas personas sigan en estos cargos de poder, porque no nos están representando. Y, quizá, el día de mañana vengan otras personas que también utilicen esos cargos de poder y, lamentablemente se ensucien con este poder y vuelvan a corromperse. Eso no los sabemos, pero no podemos permitir eso. El acto de censura al documental, vía Mauro Valdés, en TVN, pucha, eso es, efectivamente, un tema mucha mas delicado porque no está directamente esa censura hacia este panel. Lo que creo, es que los periodistas deberían emplazarse [sic] de una manera nacional…eso, como comentario.

Marcelo Castillo: Gracias. Hay dos palabras que estaban pedidas desde antes, acá…y van a ser las últimas. La verdad es que íbamos a terminar ahí. Vamos a dar esas dos palabras que faltan: a la niña de azul que está acá, y después al señor de barba que está adelante. Después seguimos el debate aquí adelante; ahí lo vamos a cerrar ….Ya lo alargamos.

Persona #10 (dama): ¿Y a los de la Patagonia, no nos van a escuchar? ¿No nos van a escuchar?

Marcelo Castillo: Sí….Hemos escuchado a todo el mundo. La verdad es que hace rato que ofrecimos la palabra. Podemos seguir conversando después, pero yo creo que ahora hay que darle la posibilidad a los panelistas que puedan comentar y responder las preguntas, entonces por eso….

Faride Zerán: No a la licitación de la casa del Museo de la Memoria en Punta Arenas; estoy de acuerdo.

Persona #10 (dama): Nosotros venimos de “Patagonia sin Represas”…de Aysén. Pero también estoy de acuerdo con eso.

Persona #11: Bueno, yo voy a ser muy breve: mi nombre es Paola, soy profesora de castellano, trabajo bastante con el tema de lo que son los medios. Suscribo mucho a la opinión del periodista de El Mostrador. Creo que también es muy significativo, más que el hecho grave que no se dé ese documental –que es tercera vez que lo veo, o dos y media, porque llegué tarde– creo que es muy significativo de lo que se quiere no mostrar, de lo que se quiere ocultar: una connivencia, una incestuosa relación entre los poderes. La Concertación que negoció sus poderes, cuando en el año 1989 hizo una tránsfuga segunda consulta ciudadana –que nadie entendió mucho–, y en donde se negociaron una serie de cosas que no existían y se llegó al sistema pseudo-democrático que tenemos ahora.

También quiero suscribir a lo que dijo una persona allá atrás, sobre el tema la asamblea constituyente. Yo creo que la libertad de expresión y creo que eso ha sido nuestro problema, en general; las luchas gremiales o las luchas pequeñas puntuales de ciertas temáticas son súper importantes, pero, nosotros tenemos que ser capaces de comprender que nuestra problema no es una lucha pequeña ni por la educación gratuita, ni por la salud gratuita, ni por la libertad de expresión. Hay una institucionalidad que hace que todos esos problemas surjan. Y cuando seamos capaces, como comunidad, de entenderlos probablemente vamos a poder pedir lo que tenemos que exigir; que es un nuevo ordenamiento jurídico, una nueva constitución, una nueva manera de entender la relación social.

Y, para terminar, tengo dos preguntas para ustedes, súper sencillas: quiero saber si no han pensado en una acción legal, por último pa’ meter bulla; quiero saber si al Colegio de Periodistas no le parece que se puede hacer este panel y también hacer una declaración pública. No creo que sea excluyente, tal vez sean complementarias las acciones. Eso.

Persona #12: Bueno, voy a decir lo mismo de otras personas, pero cortito: mi nombre es Adolfo Silva, estudié en la Universidad Técnica –mucho tiempo atrás–, y yo considero esto bien educativo. Realmente vine acá y he sido educado, de muchas cosas que no sabia. Pero hay cosas que me preocupan. Estamos muy preocupados del prestigio de El Mercurio y de cosas pasadas, y estamos hablando del 89 y qué sé yo. Yo estoy muy de acuerdo con él caballero que está aquí al lado, en que si seguimos por los caminos habituales que estamos siguiendo, me parece un absurdo. Estamos en el 2013 y no hemos aprendido nada de los movimientos sociales. Yo digo, si la película no la quieren dar en algún lado, la verdad es que me importa un comino. Lo importante es que la divulguemos a hartas personas, al máximo número de personas; busquemos el camino de que todo el mundo sepa. No tenemos por que esperar a los medios de comunicación habituales. Seria bueno tenerlos, yo no estoy totalmente en desacuerdo con ello. Pero qué pasa con divulgar esto en un dividí, venderlo y mandarlo a un montón de personas.

Lo único que quiero decir es que estamos en el 2013 y no apliquemos los mismos criterios que hemos usado durante toda la historia de Chile. Los movimientos sociales nos han demostrados a nosotros: los estudiantes por un momento, los movimientos sociales de Aysén y otras cosas, nos han demostrado de que se pueden hacer grandes cosas sin aplicar las estructuras habituales que tenemos. Gracias.

Marcelo Castillo: Gracias. Le voy a dar la palabra, ahora, a Faride y después a Fernando para que respondan las preguntas.

Faride Zerán: Bueno, yo agradezco la presencia de ustedes, el interés. Siento que efectivamente aquí, aparte de el testimonio de cada uno de ustedes en torno a un hecho de censura del Diario de a gusto, la televisión pública o el panel que debió efectuado hecho en el Museo de la Memoria, etc., hay preocupaciones ciudadanas que compartimos todos. Yo estoy de acuerdo con una asamblea constituyente, evidentemente una nueva constitución. Pero hay un tema de fondo que nos ha ido penando, que es lo que está aquí detrás, y que es el tema de la diversidad, de la pluralidad de los medios de comunicaciones en nuestro país; y de cómo ha ido desapareciendo la prensa independiente, finalmente, el duopolio se ha enseñorado absolutamente de la palabra escrita. Y, en las radios, también, digamos, la existencia de la constitución a nivel radiofónico y a todo nivel. Frente a eso, hay conciencia dentro a los periodistas. Héctor, estoy pensando en tu preocupación. Es una preocupación que compartimos desde que comenzó la transición hacia la democracia. Yo misma he fundado medios, como Rocinante y otros, en que al cabo de 7 u 8 años desaparecen, no porque no tengamos subsidios del Estado. Nadie está pidiendo que tengamos subsidios del Estado; a lo menos políticas públicas. Y ese es un tema que, efectivamente, la Concertación ha fallado y que la ciudadanía recién ahora empieza a asumir; de que el tema de la libertad de expresión, de la diversidad y la pluralidad de los medios de comunicación y de la concentración de los medios, no solamente son temas de los periodistas sino de todos los ciudadanos. Y la ciudadanía comienza a ver cuando reclama que sus reclamos no aparecen en ningún lado. Y ahí empieza a asumir que también es un tema propio. ¿Cómo resolver eso? Yo creo en las políticas públicas. Que las políticas públicas efectivamente le pongan coto a los monopolios. A la Cristina Kirchner la vituperaron por una ley de medios que, en definitiva, prohibía la concentración de distintos medios en manos privadas. Si uno era dueño de una cadena de diarios no podía tener, a la vez, radios, canales de televisión. O sea, me parece que efectivamente no llegar solo a la ley de monopolios, como se dio aquí. Sencillamente se decidió que la ley de monopolios resolviera el tema y no leyes especificas que evitaran las concentración en manos de, por ejemplo, en el caso concreto, la cadena de Copesa y El Mercurio.

Políticas públicas que efectivamente impidan esa concentración, que estimulen la aparición de medios independientes ¿y cómo? por ejemplo, a través del avisaje a las empresas del Estado. El avisaje a las empresas del Estado; miles de millones de pesos anualmente han ido a consolidar los monopolios que existen tanto en la prensa escrita como en los otros medios. Nosotros lo hemos vivido en carne propia. En ese minuto como estábamos bajo la presión de determinados sectores de la Concertación que no les gustaba que la revista [Rocinante] los criticara, entonces, ¿cómo se vengaban? No dándonos avisos.

Es decir, aquí hay un tema en que las políticas públicas tienen que existir, y para ello debe haber una ciudadanía consciente que hay que legislar para garantizar la diversidad, la pluralidad de los medios, y para, además, respaldar el surgimiento de nuevos medios; que es algo que no se ha logrado porque no ha sido un tema ni de la Concertación –que con el duopolio estaba feliz de la vida, en tanto apareciera en las páginas de los dos diarios–, ni, por supuesto, de la opinión pública que no lo veía como un problema propio. Es decir, hoy día se empieza a asumir el tema de la diversidad de los medios, de la libertad de expresión, como temas ciudadanos. Yo creo que en ese sentido, abogo por políticas públicas –más que por medios del Estado–.

Hemos visto como en nuestras narices desaparece La Nación, en circunstancias que perfectamente podría haberse transformado en un medio público. Yo creo en la existencia de medios públicos que garanticen –no como en TVN que es el cuoteo político– efectivamente la diversidad regional, étnica, cultural, del conjunto del país y no solamente el cuoteo de partidos políticos. Creo que es un tema pendiente, no lo vamos a abordar ahora, pero hay estudios, y tenemos que ponernos de acuerdo y, efectivamente, hacer algo. Y en ese sentido, desde las universidades….Maura [Persona #5], linda, la Universidad de Chile no lucra, no tiene plata del Estado, pero todavía no lucra. Tal vez si seguimos así vamos a tener que empezar a lucrar porque recibimos apenas un 20% de aporte estatal; tenemos que rascarnos con nuestras propias uñas.

Tenemos que efectivamente hacer este debate sobre medios públicos, para evitar de que siga ocurriendo esta verdadera dictadura de los grandes medios y del poder sobre la ciudadanía.

Yo diría que de lo que se ha dicho, comparto muchas opiniones. Creo que sí, pese a todo, hay que dar la pelea de que TVN exhiba el documental. Creo tenemos que no dejar pasar estas situaciones y, en ese sentido, el Colegio de Periodistas ha sido un gran aliado para nosotros; ha estado atento a poner en el tapete estos temas y a no guardar silencio ante las cosas que ocurren. [Aplausos].

Fernando Villagrán: Trataré de ser breve. Comparto lo que plantea Faride como mirada a un tema que, obviamente, transciende el episodio del documental. Quisiera decir también que en la historia de este documental Ignacio Agüero y yo hemos estado en unos 50 encuentros parecidos a este –a algunos con bastante más gente–, a lo largo de Chile, y en todos ellos, incluido algunos con estudiantes de enseñanza media hasta otros de colegas profesionales como los que están hoy acá, siempre ha surgido, a lo largo de los años, esa problemática más general. A esas demandas que surgen de la gente siempre hemos respondido que nosotros en cuanto realizadores –es una simple película– vamos a hacer lo esté en la medida de nuestras fuerzas para con este instrumento contribuir a esos objetivos más generales que tienen que ver con las banderas más centrales que se plantean para una perspectiva democrática –el resumen que hacia Faride–.

Pero creo que aquí debiéramos distinguir esos dos ámbitos. En muchas partes hemos terminado discutiendo la asamblea constituyente, y eso también es una fotografía de lo que sucede a nivel de las organizaciones sociales y las relaciones con el mundo político. Quiero decir que, tampoco exagero: es primera vez que veo a un dirigente político –el caso de Jaime Gazmuri– en una exhibición del documental. No fue un capricho que en el documental no apareciera opinando ningún dirigente político. En ese sentido –y para hablar sin filtro– creo que ese temor a El Mercurio es transversal en la llamada clase política chilena. Y en ese sentido esta pelea la hemos dado los realizadores, la Universidad de chile, la gente a través de una organización muy diversa y orgánica, el público que sí ha visto la película y ha comprado el dvd.  Evidentemente vamos a tratar de sacar, en la medida de nuestras fuerzas, una nueva tirada de copias. Pero no tenemos interlocución, ni interés ninguno…en ninguno de los episodios que ha vivido esta película con nadie del mundo político. Y no es una condición que hayamos puesto nosotros, es un dato de la realidad. Y como hay que hablar con los datos de la realidad y estamos en el caso concreto: yo puedo representarme a mi mismo –con suerte a Ignacio Agüero y la gente que trabajó en el documental–, creo que respecto a este episodio surgió una idea que es desafiar a que los directores de Televisión Nacional se hagan responsables de sus actos. No sé cual es la fórmula, nosotros ya lo hicimos. Puede ser que una acción del Colegio de Periodistas con algunas otras organizaciones tenga algún efecto distinto…mayor.

Y, creo, como lo he dicho en todos tipos de los debates en que hemos podido participar gracias a la exhibición del documental, que lo que toca este documental es una mirada desde el presente. Eso fue una cosa buscada por la película, por eso la participación de los jóvenes como interlocutores de los personajes de la historia. Desde el presente surgen todas estas problemáticas y todos estos desafíos pendientes que abruman. Pero como decía antes, creo que hay que echar a  andar la imaginación, las capacidades potenciales que cada uno tiene para que aquello que no ha ocurrido durante 25 años pueda empezar a ocurrir, para que esos temas se pongan en discusión.

Si se hiciera de encuesta, evidentemente la mayoría diría que aquí en Chile no hay diversidad de medios, no hay pluralismo, que los diarios no les gustan…obviamente esas encuestas no se hacen porque los dueños no están interesados en publicarlas. Pero hay que buscar caminos nuevos, ese sentido el lamento no ayuda, la indignación es un estímulo, pero el desafío es asumir tareas. Y ahí cada uno tiene su responsabilidad, y será cosa de cada organización, de cada persona, ser capaces de asumirlo. [Aplausos]

Marcelo Castillo: Bueno, primero que nada, le ofrezco disculpas a los que no alcanzaron a intervenir; ya habíamos cerrado, lo ampliamos un poquito. La verdad es que yo entiendo que todos tenemos muchas ganas de hablar. Y hemos tenido muchas oportunidades….Yo les cuento que es la primera vez, en los últimos dos o tres años, que a una actividad del Colegio de Periodistas viene tanta gente ¿ah? Cada uno tendrá sus reflexiones, no sé si es bueno o es malo. Yo diría que lamentablemente tendemos a escucharnos a nosotros mismos y hemos tenido poca capacidad de –a través de estas actividades– conocer gente distinta a nosotros.

Les voy a contar –esto no es un secreto, pero es algo que podría haber causado mas indignación todavía– que Agustín Edwards está colegiado [risas], y está con sus cuotas al día. Al revés: es uno de los pocos periodistas colegiados que paga sus cuotas [más risas]. Yo creo que esas cosas nos deben llamar a reflexión, porque yo pienso que, indudablemente, para cambiar la situación del país –especialmente la los medios de comunicación– se requiere unir muchas voluntades, se requiere construir una nueva mayoría. Y eso no es tarea fácil. Requiere de mucho trabajo.

Nosotros hemos sacado muchas declaraciones públicas sobre este tema y otros parecidos, y podemos sacarlas de nuevo. Lo que si queremos es hacer cuestiones que sea relativamente eficaces en función de los objetivos que nos planteamos, y eso requiere unir muchas voluntades de mucha gente que piensa muy-muy distinto. Estamos caminando en ese sentido, y yo les pido a todos ustedes que hagan ese esfuerzo. Ojalá la próxima vez traigan a alguien que piensa absolutamente distinto a ustedes a ver documentales como éste. Creo que vamos a dar ahí un paso gigante adelante. Muchas gracias, y les agradezco su presencia. [Aplausos].

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Cinco películas de todos los tiempos para ver este verano

Por: Editor / 19 de febrero, 2013

«Pollo con Ciruelas», una de las favoritas del Staff de Séptimo Arte

Si dejas de ver televisión abierta por un rato, te aseguramos que nada cambiará y serás mejor persona. Es por eso que el comité editorial de Séptimo Arte ha reflexionado con extrema rigurosidad para brindar este listado de recomendaciones para alivianar las tardes de sol, sobre todo si te quedaste sin salir de vacaciones. Advertimos que muchas de ellas no se han estrenado en salas chilenas o que tampoco serán repuestas…pero siempre se pueden encontrar. La vida es corta para tanto buen cine que disfrutar, adelante!

Pollo con ciruelas (Marjane Satrapi, 2011)

Con una estética bastante cercana al cómic y una clara influencia de los films de Jean Pierre Jeunet, «Pollo con Ciruelas» es una película que si alguna sala de cine arte se hubiese arriesgado a exhibir en Chile, se habría transformado en un taquillazo indie de la misma manera que fue  «Amelie». La película se vale de diversos recursos (videoclip,animación,efectos digitales) para narrar una historia de amor desamor, desencuentros y pérdidas. De los mismos directores de «Persépolis» y ambientada en el Teherán de 1958, narra la historia de un músico que pierde las ganas de vivir luego que su esposa destruye su violín en un arranque de ira. A partir de esta anécdota, conoceremos la historia de un violinista que ha transitado gran parte de su vida en la melancolía de un amor frustrado. Mezcla de comedia y drama, junto a una singular puesta en escena, «Pollo con ciruelas» puede sacar alguna lágrima a novias sensibles.

El planeta salvaje (Rene Laloux, 1973)

Cine de animación, cine de ciencia ficción, cine de Topor…todo junto en una película que a estas alturas es un clásico aparentemente aún no descubierto por las nuevas generaciones. La historia reza más o menos así: en un mundo apocalíptico, los humanos son meras mascotas de unos seres gigantes denominados Draags, humanoides con forma de pez e inquietantes ojos rojos. Sin embargo, este puntapié del relato no es ni un ápice de lo que depara un film colmado de imágenes emanadas de la cabeza del artista Roland Topor, influenciado fuertemente por Dalí y De Chirico. Tal fue el impacto de esta coproducción entre Francia y Checoslovaquia (cuando aún existía), que David Bowie y Brian Eno escribieron una canción basada en la película, «Fantastic Voyage» del disco Lodger.

Criaturas celestiales (Peter Jackson, 1994)

Es imposible de imaginar, pero efectivamente existía Peter Jackson antes de «El señor de los anillos»…y además era capaz de entregar joyas como «Criaturas Celestiales», considerada por algunos críticos como su mejor película, o al menos su «película seria». Basada en un caso real, narra la historia de dos muchachas adolescentes de un pueblito de Nueva Zelandia en plena década de los cincuenta, donde el conservadurismo, los prejuicios y la ignorancia no impiden una relación cándida en pleno despertar sexual, adornada por la música de Mario Lanza y unos parajes de ensueño. Encerradas en un mundo que interpone la fantasía a su frágil cotidiano, la historia es una tesis sobre la intolerancia del mundo conservador. Fue el debut cinematográfico de Kate Winslet.

Más corazón que odio (John Ford, 1957)  

Que sería de nosotros sin John Ford, sin John Wayne, sin aquella mágica escena de los búfalos muertos, del paisaje del Gran Cañón…escribir sobre esta obra maestra del arte cinematográfico a estas alturas parece inútil e imposible, por tanto solo queda entregar algunos datos de por qué ver «Más corazón que odio» nos hace crecer espiritualmente. Primero, es el patrón de gran parte del cine contemporáneo, pero realizado desde las entrañas del western duro, aquel que persigue a las etnias indígenas y se bate a duelo. Segundo, por que se trata de una película fuertemente sicológica, de la cual bebe -por ejemplo- la ahora muy famosa «No» de Pablo Larraín, con la idea del héroe amalgama de dolor e inexpresividad depositario de la venganza pero también de la salvación. Y tercero, por que es una verdadera lección: de arte, de montaje, de actuación,de fotografía…

 Freaks (Tod Browning, 1932)

Una selección de verano no sería nada sin una película de horror, y pensamos que «Freaks» está entre las 3 mejores películas del género. Y en la práctica, es bastante difícil denominarla «una película de horror». Paradojas más o menos, esta película es la primera que incorpora a personas con malformaciones no como complementos al relato, sino que en roles protagónicos. Si bien se trata de un nada novedoso melodrama, la idea de incorporar a excéntricos personajes de circo causó indignación y repulsión en numerosas personas, lo que obligó a colocar un cartel de advertencia antes del inicio del film. «Freaks» fue dirigida por Tod Browning, el mismo director de la legendaria «Drácula» con Bela Lugosi, y pretende ser una fábula sobre la diferencia y la alteridad en cuerpos que se alejan del canon de belleza, e incluso con  enfermedades que relegan a estas personas a ser trabajadores de circo. Quien no conozca esta película, que corra a Youtube.

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Dossier Nº 5: La posibilidad de una audiencia para el cine chileno

Por: Editor / 06 de enero, 2013

Época de balances y recuentos, Séptimo Arte no ha querido quedarse abajo y hemos realizado este dossier centrándonos en uno de los elementos, a nuestro juicio, dignos de revisión: las audiencias y su relación con el cine chileno.

Si bien 2012 pasará a la historia como «el año del jaguar cinematográfico» dada la generosa oferta de películas, autores, propuestas, estudios críticos, investigaciones, asistencia a salas, restauraciones, doctorados en cine, seminarios y cocktails, y cuando parece que todos quieren hablar de cine chileno -desde entrenadores de fútbol hasta sociólogos-, se hace interesante hacer una inflexión: ¿Quiénes ven cine en Chile? Las posibilidades de un medio como el cine ¿se trabajan en toda sus dimensiones en nuestro país?

Quisimos hacer una reflexión colectiva y horizontal, por tanto en este especial conviven diversas voces y estilos para poder instalar un tema sobre la mesa, sin querer llegar a resolverlo acá. Y es el puntapié a lo que esperamos sea un diálogo mayor, transversal y que contemple a todas las instancias, para que aporte a entender la cultura cinematográfica en su más amplio alcance.

Especial, lo mejor de 2012. 

Hablan los expertos: las 5 mejores películas chilenas del 2012

Cine chileno y audiencias

¿Audiencias? ¿Espectadores? Públicos por Pablo Inostroza

Panorama de la Distribución Alternativa en Chile: ¿Existen las herramienta necesarias para que el Cine Chileno cuente con espectadores? por Camila Pruzzo

Grandes Documentales; Pocas Audiencias por Diego Pino

Reflexiones en torno a la Descentralización y Formación de Audiencias por Carlos Molina

Estrenos nacionales 2012.

Enfrentados a la deriva: Miguel, San Miguel y el cine chileno del 2012por Guillermo Jarpa

Sobre el Documental “Pinochet”: ¿Identidad y memoria? por Luis Horta

¿Qué destapa El destapador? Apuntes sobre el cine, la política y el cuerpo por Pablo Inostroza

“Stefan versus Kramer”: el mercado es así por Luis Horta

Educación física: Palo blanco por Colectivo Miope

“Aquí estoy, aquí no”: La generación del odio por Luis Horta

Estrenos internacionales 2012

El Hobbit: Una película esperada por Camila Pruzzo

Leviathán por David Antich

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Hablan los expertos: las 5 mejores películas chilenas del 2012

Por: Editor / 05 de enero, 2013

Este año no quisimos hacer rankings, ni listados, ni competencias. Este año quisimos dejar hablar a los cineastas, a los críticos, a los programadores de festivales. Éste listado compila las opiniones de diversas personas vinculadas al mundo audiovisual chileno, y que generosamente nos compartieron sus cinco películas chilenas favoritas del año 2012.

Acá va lo mejor del 2012:

Marcelo Morales

Periodista de la Universidad de Chile, es director del sitio www.cinechile.cl, también es periodista de la sección Cultura y crítico de cine del diario La Tercera y del programa «Radiópolis» de Radio Universidad de Chile..

El destapador

(Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda)

Mucho más alegórica que sus anteriores trabajos, es también uno de los más removedores de la dupla Adriazola-Sepúlveda. El cuerpo como última instancia para la rebelión, en un mundo donde el consumo ya se ha apoderado de todos. Un cortometraje mucho más provocador (en forma y fondo) y directo que cualquier película calculadora de efectos festivaleros.

Santo Tomás, entre la iglesia y los pacos

(Juan Carreño y Cristóbal Donoso)

Mientras el documental en general está sumido en revisiones históricas o personales (valorables igualmente), una película que muestre un entorno actual y además invibilizado (niños de poblaciones pobres) es refrescante e impactante. Una película desde los bordes, necesaria y derribadora del mito del desarrollo chileno.

De jueves a domingo

(Dominga Sotomayor)

Un debut prometedor. Una película muy coherente entre lo que dice y cómo lo muestra. Sin aspavientos, ni efectismos dramatúrgicos, es una película de una madurez bastante inusual en nuestro cine. Lo mejor, es que no por eso descuida al espectador, al que siempre acoge con escenas entrañables, emotivas y con toques de humor.

Educación física

(Pablo Cerda)

Otro debut destacable. Una de esas películas que trasunta el cariño hacia el lugar, sus personajes y la historia que quiere contar. Pablo Cerda demuestra su oficio de actor no solo en la pantalla, sino también en guiar al resto del elenco bajo personajes muy cercanos y frescos. Entrañable, además de ser un destacado esfuerzo por definir una generación (la que creció en los 90) extraviada y que no ha madurado.

Las cosas como son

(Fernando Lavanderos)

En estas último tiempo Santiago se está buscando retratar Santiago con un encanto algo exacerbado. En esta cinta se le ve lindo, pero sutilmente se le cuelan fisuras que la hacen creíble. Eso gracias a unos personajes igualmente fisurados y llenos de trabas. Una buena historia llevada con la mano de un director con total oficio.

Marco Díaz

Productor de cine y académico, es productor de películas como “La Jubilada” (Jairo Boisier, 2011), “Metro Cuadrado” (Nayra Ilic, 2011), Queso Pimentón (Fernando lavanderos, 2010) y series de televisión como “Historias del Cine Chileno” y “La Ruta Olvidada” que también dirigió. Es director del Festival de Cortometrajes de Talca.

LA NOCHE DE ENFRENTE

Solo un maestro de los kilates de Ruiz puede entregar un testamento fílmico y de vida como este film que transcurre y fluye por los recuerdos de un profesor que esta punto de retirarse. Actuación impresionante de Sergio Hernández.

LA CICATRIZ

Cortometraje ganador del festival de Talca, impresionante relato documental que enlaza las heridas físicas de una anciana con sus heridas emocionales y aquellas que marcaron su vida más particular y otras de tonos más sociales. Emocionante.

EL CIRCUITO DE ROMAN

Inteligente y atractiva, un oasis en la desolada e ínfima materia gris de nuestro cine.

MI ÚLTIMO ROUND

Entretenida, densa, valiente, nos habla con total normalidad de un tema que muchos de nuestros realizadores no podrían ni siquiera acercarse a husmear, película que abre caminos, que busca e indaga en un chile verdadero.

STEFAN VS KRAMER

“Engatuzar” a mas de dos millones de espectadores  tiene su mérito, ¿o no?

Iván Pinto

Investigador independiente chileno, crítico de cine y profesor de teoría del cine.
 Editor de lafuga.cl, revista on line de crítica de cine y http://elagentecine.wordpress.com, blog de comentarios y reseñas sobre cine.

1.- Verano. El trabajo de un cineasta que ha ido profundizando en su búsqueda personal.  Un trabajo que propone la  materialidad – sonora y visual- del cine por sobre otros elementos (discurso, «contenido», «drama» «historia»), y lo acerca bastante al cine experimental. Una película de estructura libre que propone el placer espectatorial como su principal motor.

2.- El destapador. Su materialismo es otro: política y cuerpo. Si en Pejesapo Sepulveda desmontaba el realismo social como modo de construcción retórica, extremando sus límites con el documental, y en Mitómana la relación entre ficción, actuación y política, en una película que va desmontando sus recursos, El destapador «destapa» el nudo ciego entre relato y política, llevando al extremo relación entre discurso y acto. Una película que deja en un punto específico la idea de «radicalización».

3.-El otro día. No puede leerse en perspectiva de aquello que «no» hace, si no en el marco de ciertas constantes autorales y de una búsqueda de dos especificidades, la cinemática y la documental. Azar y gasto se conjugan en una poética de los tiempos y el detalle, donde Agüero establece una reflexión sobre el habitar: en la ciudad, en la intimidad.

4.- La noche de enfrente. Exuda a un Chile de la infancia.. Posiblemente Ruiz haya imaginado para sí mismo un Chile intemporal, ciertas imágenes pregnantes de las cuales no quiso o no pudo salir, un pueblo de fantasmas, virtualidades, objetos, radios, pensiones, prostitutas, piratas. Un mundo de varios «Ruiz» virtuales: el de la infancia, el de la adultez, el de la vejez, que conviven a la espera de la noche definitiva que asoma en la ventana.

5.- NO. Sofisticada y algo pilla. Larraín no desmonta si no pervierte los imaginarios de izquierda, vaciando su sentido. De No rescatamos su juego con materia y objeto del archivo, así como colocar al centro de su narrativa la relación entre mercado, narración y política. No es un relato nihilista que acompaña como telón de fondo algunas disyuntivas al fondo de las moviliizaciones, su fantasma: la política.

BONUS

Hija. La ví en el 2011 pero se estrenó el 2012, de todos modos debería estar. Es un documental que parte de la búsqueda del padre desde la autobiografía para luego desmontar simbólicamente «la búsqueda del padre», con todas sus implicancias. Es sutil, leve, dramática, irónica y jamás ajena a la complicidad.

Colectivo Miope

Organización unipersonal dedicada a la realización y difusión de cine, aun a costa de su autodestrucción financiera, familiar, gremial, social y/o moral.

Antes de responder la pregunta debo hacer un aclaración: aun siendo un obcecado espectador de cine nacional no pude ver los 27 estrenos comerciales que ofreció este fértil (o promiscuo) 2012. En parte porque el visionado/análisis/escritura no forma parte de mi rutina de trabajo aun cuando la desarrolle con particular agrado, y en parte porque justamente por eso las razones que me motivaron a sí ver las 6 piezas estrenadas que visioné fueron una mezcla de subjetividades casi infames, las siguientes: química e ideología, una pizca de inclinación por determinado tono y factura, el asunto que cada película ofrecía a nivel argumental y, finalmente, la forma de su estrategia. No considere en mi criterio:  reputación de director, costo/beneficio, “estrellas”, temáticas concretas, repercusiones en festivales ni laureles. Dicho esto, testifico entonces, respecto la cartelera comercial:

Las (seis) que ví: El circuito de Román, Hija, La primavera de Chile, Mi ultimo round, No, Pérez.

Las que tuve en la mira, pero no vi: Bonsái, Joven y alocada, El año del tigre, Otra película de amor, Verano, Bahía Azul.

Las que simplemente no logré convencerme de ver: ¿Alguien ha visto a Lupita?, Balmes, el doble exilio de la pintura, Bombal, Caleuche, el llamado del mar, El eco de las canciones, El lenguaje del tiempo, La lección de pintura, La noche de enfrente, Mapa para conversar, Marcelo, la mafia y la estafa, Miguel San Miguel, Paseo de oficina, Sal, Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe, Stefan v/s Kramer.

Lo segundo es que me resulta clave definir que entiendo, para este asunto, por “mejores”. La expresión me parece tan abstracta como engañosa, y ya que el juicio aquí debiera ser comparativo pero dado que el universo (visto) es tan reducido debo recurrir a otras ventanas tanto o más legítimas que la cartelera oficial; el circuito extraoficial público, pero no necesariamente comercial, Internet (material dispuesto oficialmente con la autorización de sus realizadores) y los festivales. La televisión no la cuento pues no estrena películas chilenas y cuando las emite es tarde, mal y nunca. Añado con no poco escozor: la empedernida escasez de cine chileno en televisión local me obliga a creer lo siguiente; los cerebros detrás de las decisiones de programación de la televisión chilena desprecian de manera recalcitrante y sistemática el cine chileno (de corto y largometraje), principalmente porque no lo conocen, lo tratan como a un hijo descarriado o no deseado, lo aceptan de mala gana ofreciéndole lo mínimo pero en el fondo desean secretamente su deceso. Al no dedicarle, ellos, tiempo para apreciar alguna mínima parte, la impotencia por no saber abordar aquella presencia les abruma y colapsa para finalmente resultarles indiferente su destino y de paso, por extensión, terminan des incentivando algún tipo de interés que el espectador de televisión pueda generar mediante la apreciación sostenida de material local.

Entonces, el circuito extraoficial público + Internet + los festivales, posibilitaron que haya podido visionar –entre otros– los siguientes largometrajes de sobresaliente propuesta, producidos o co-producidos por alguna empresa o persona natural chilena:

El Destapador (cortometraje), Educación Física, Cuentos sobre el futuro, Pena de Muerte, Ruidos del alma, con Gonzalo Araya (cortometraje), El Huaso, Las cosas como son, Los Rockers, Las Mujeres del pasajero (mediometraje).

Finalmente, queriendo ser diverso y justo en la selección requerida, y ciñéndome estrictamente sólo a cinco, y no necesariamente en orden, me parece que las mejores del 2012 son:

-Mi ultimo round

-El circuito de Román

-Hija

-Pena de Muerte

-Las Cosas como son

El por qué de las cinco

-Mi ultimo round: Integra con sensibilidad pero también con fuerza un tema contingente en un contexto tradicionalmente masculino cargado de clichés y mitos pero aquí tratados con inteligencia, eficacia y madurez. Nada parece forzado ni pretencioso, ni menos aun oportunista. Su desarrollo, puesta en escena, su búsqueda sobria y a la vez desafiante convierte a la película en una pieza armónica y logradísima; como producto, como esbozo de problemáticas y como vistazo a ciertas zonas de varias idiosincrasias nacionales. Una película de principio a fin, entretenimiento, emoción y buena factura. Pareciera todo demasiado correcto pero muchas veces se agradece el orden.

-El circuito de Román: A partir de determinadas teorías de neurociencia supeditadas a las inseguridades de su protagonista se construye un entramado de ideas laterales que justamente por no asirse del todo en un primer visionado hacen de esta experiencia algo totalmente inusual y en gran medida adictivo.  Como buen puzzle, como buen problema de lógica, la película obliga a ponerse en sintonía con un recurso aquí clave, tradicionalmente elemental, pero también nunca del todo explotado en el cine; el montaje. Hablar de esta película puede llegar a ser peligrosamente abstracto. Su argumento existe, funciona, avanza con su propia naturaleza pero sin el sustrato teórico que interviene delante poco importaría. Como ejercicio, como propuesta y como búsqueda de genérica incluso, sobresale satisfactoriamente a pesar de parecer de a momentos “cerebral”. Y que bueno que lo sea y lo logre sin cansar ni fanfarronear.

-Hija: Nuevamente la forma es el contenido. Una hija y su madre trepan por Chile tratando descubrir y/o resolver sus trancas. El humor, el desvarío, el metalenguaje y la aventura misma constituyen la sustanciosa composición de este documental-roadmovie-autobiográfico. Exponerse, construirse, deconstruirse, transformarse y además lograr con eso un producto coherente, una película emotiva, está por sobre todo lo visto. Esta película va más allá de su inexistente destino…dónde quiera que esté ese no-lugar.

-Pena de Muerte: La capacidad de integrar diferentes niveles a una pieza hace de este documental algo dinámico y complejo; un catalizador de discusiones e intrigantes teorías. Aborda un caso real, disecciona rutas, escarba el pasado y lo confronta con reconstrucciones minuciosas que a través de un dispositivo de entrevistas interactivas que replantea las posibilidades del género sin dejar de ser un constructo documental. Se vuelve tradicional y moderno, simple pero difícil. Nuevamente la capacidad de sintetizar un cúmulo de anécdotas y reportes en apariencia reiterativos y lograr asir lo universal, son rasgos fundamentales de una inteligencia que aquí se materializada en un puñado de sonidos e imágenes devienen en una construcción enigmática y sus eventuales conclusiones, casi terroríficas.

-Las Cosas como son: Una ficción de tipo “realista”, un puñado de situaciones sencillas pero que van creciendo en intensidad interna. De la mano de un administrador duro que al parecer no lo es tanto se erige un relato complejísimo, derechamente moral, y sus personajes llenos de grietas protegidas por sus discursos bien prefabricados. Un hervidero de conflictos sociales y de relaciones interpersonales quebradas antes de concretarse. De a momentos una película misteriosa, triste y cruda, sumergida en tensiones y ocultamientos solo catastróficos. Una película que se vale del guión y las no-actuaciones de una forma tan transparente que aterra.

Hay algo -y tal vez mucho más- que tienen en común estos largometrajes; su radical y desafiante coherencia con sus respectivas promesas, estructuras y tonos. Son películas armónicas hasta lo insoportable, abrumadoramente casi geométricas, y no por ello previsibles. Jamás. Creo que todas funcionan como 5 pilares sólidos de una gran estructura que representa de esta manera la diversidad del cine contemporáneo chileno del 2012. Éstas, a la vez, alineadas, manifiestan una fuerza tal -por el grado de conciencia y lucidez en sus formas, presencias y posturas- que en toda la heterogeneidad temática y formal que recorren no dejan de tener un lazo férreo, que las emparenta por su calidad como productos y como instancias de catarsis bellamente resueltas.

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Educación física: Palo blanco.

Por: Colectivo Miope / 05 de enero, 2013

“Los hombres que adquieren cuando pueden hacerlo serán alabados y nadie los censurará. Pero, cuando no pueden ni quieren hacerlo cuando conviene, serán tachados de error y todos les vituperarán”.

Nicolás Maquiavelo, “El Príncipe”. 1513.

“Yo creo en la provincia”, testificó Pablo Cerda (parafraseando a Bonasera), protagonista y director de Educación Física, en el estreno universal de éste su primer largometraje, el pasado jueves 13 de diciembre en la Cineteca Nacional. En diferido, el mismo día, se liberaba la película vía Cinepata.com, socio estratégico de ésta.

Es en la provinciana república del universo web donde esta noble máxima se está poniendo a prueba, de forma cuantitativa, estadísticamente, para de esta manera extender su alcance de forma insospechada y generar extrapolaciones redituables en lugares múltiples e inimaginables. He ahí la gracia, el sentido y la sustentabilidad de “compartir” estratégicamente los contenidos por Internet y, de esta manera, no aceptar someterse exclusivamente a que el trabajo realizado se defina únicamente en la cronométrica arena presencial. “Los que vamos a sobrevivir, además, no nos conformamos solo con saludar”, sería la moral acá esgrimida (parafraseo rebuscadamente, ahora, a los gladiadores).

Apenas hace una década los contenidos en línea eran una alternativa inestable y marginal –incluso de la ley; a los ascendentes precios de las salas comerciales, a la estrecha oferta de sandias caladas, o incluso una respuesta cercana a cierta fobia social contra aquel encuentro público. Si bien el terreno virtual aun no está pavimentado ni iluminado, ni mucho menos del todo regulado –sino más bien plagado de salteadores de caminos–, tampoco ofrece un escenario más estable el conducto regular, donde el ultraje y el linchamiento está garantizado por el mercado.

Y por otro lado, depende, entonces, de la madurez o mejor dicho de la autoconsciencia del público en no convertirse en un número pasivo, o peor aun, paralelamente por eso mismo, en un Ariel Roth (Pablo Cerda en Velódromo), el niño símbolo de cierto enajenante consumismo virtual, quien tragaba mucho pero se nutría nada, metía su cabeza en la pantalla luminosa que además usaba como barbitúrico. Recordemos; sus relaciones interpersonales quedaban mustias y los contenidos vistos rápidamente olvidados o acaso nunca realmente resignificados.

Como sea, volviendo a la Cineteca Nacional; comienza la proyección. Los cuerpos se predisponen. Los ánimos se aquietan. Las respiraciones y otros ruidos fisiológicos llegan al primer plano sonoro. El espacio aísla de preocupaciones hogareñas y focaliza la atención al frente. Existe un encuentro, un roce y un contacto cómplice e implícito que altera la percepción, nutre y complejiza la experiencia de principio a fin. Y ésto, no es nostalgia, es contrato social, por visceral que parezca.

En su debut, Cerda aplicó lo más respetable de su experiencia actoral con Fuguet (Velódromo y Música Campesina) y devastó –para su mérito– todo lo neurótico y odioso de aquellas personalidades, sin perjuicio de que el tipo de personaje sea, aquí incluso, el mismo (un no-emprendedor, cómodo e imperturbable solitario, pero aquí sí algo querible), mas sus herramientas -adquiridas por idiosincrasia y contexto- considerablemente diferentes. Rescató, entonces, de aquella lógica “garage”, también, el factor productivo, el que induce a depositar el peso en el guión, en lo actoral y en cierta mesura técnica pero sin despreocupar la visualidad correcta que se permitió.

Se revelan las primeras imágenes de Educación Física: espacios abiertos y el cansino transitar de su protagonista, Exequiel (Pablo Cerda), durante varios minutos por San Antonio. El público se deja seducir por los momentos simpáticos y evidencia ansias de reír, hasta con lo más inane. Luego, aparece, cuando el protagonista revela sus tres grandes cilindros adiposos, a un costado del plano, el título de la película; un presagio encriptado de mucho de lo que emergerá a partir de su sigla; “Esmeradamente Fuguetiano”, “Escasamente Fálico”, “Escisión Familiar”, “Engañosamente Fútil”…

Pero tampoco seria justo circunscribir el debut netamente a partir de la experiencia con Fuguet, pues con su productora -La Nena- Pablo Cerda ha estado desarrollando producciones de tono similar a lo intentado en E.F. Por ejemplo, y de forma muy emparentada, lo hizo en el cortometraje Domingo (2009), donde un joven irritable, el mismo Cerda, vive un encuentro doméstico más bien forzado (ficcional pero hiperrealista), plagado de incomodidades e incompetencias varias, con su lacónico padre (real).

En Educación Física, desarrollando aquella idea primigenia de Domingo, Exequiel es un tibio profesor treintón, conduce con múltiples falencias pedagógicas clases de educación física a niños (víctimas colaterales y futuros Exequieles); se alimenta desordenadamente, y alimenta, también, mediante insalubres conversaciones –poseedoras de un notorio malestar– la relación que lleva con su padre anciano (Tomas Vidiella), con quien convive –al parecer– desde siempre, es decir, sin periodos de independencia. Su progenitor no está desahuciado pero sí aparenta un visible deterioro y cansancio propio de su edad, o mas bien a causa del colesterol acumulado por la gula enraizada en el Hollyfood, que con los sucedáneos se constituyen como únicos espacios de comunión familiar (además de la televisión; nuestro computador portátil actual). El padre intenta transmitir algunos axiomas de viejo sabio, supuestamente útiles, pero ya es demasiado tarde, Exequiel se limita a acompañarlo y hasta escucharlo. Se atrofia en este transe, tal vez, pero en el fondo la situación es tan estable y apacible que basta fantasear migraciones con cierta verosimilitud para asumir que vivir más solos de lo que ya están no da a lugar.

La vida de Exequiel se mueve igual que sus reiteradas sesiones de basketball; solitaria pero vital, eficiente pero no competitiva, cadenciosa y armónicamente rutinaria pero no necesariamente infeliz, y –algo nada insignificante– aquellas preocupaciones y presiones externas convencionales e impertinentes asociadas a “madurar” y “crecer”, para él, al menos durante un buen rato, no existen…porque realmente no existen. Mal que mal tiene trabajo y se mantiene. Solo alguien con ínfulas de juez (fracasado) o de padre (malogrado) podría reprocharle la supuesta carencia de virilidad emprendedora que realmente él no requiere. Que el espectador lo quiera para si mismo apropósito de Exequiel ya es otra cosa.

Nadie duda que Exequiel posea un temperamento templado, llano, limitado, y hasta tontorrón. Probablemente consecuencia de muy pocos estímulos (tal vez tuvo profesores como él), y que la representación dada sugiera cierta piedad condescendiente con el personaje, pero no. Esto es un embeleco (inteligente) que tal como está, y por el contrario, pone a prueba al séquito de emprendedores y triunfadores que curiosa y sospechosamente pululan en torno a Exequiel extrapolando no pocas frustraciones y ansiedades propias. Pretendiendo incluso responsabilizarlo a él, ahora, al verlo lento y hasta débil, de sus respectivos insatisfacciones o malas maniobras.

Si es que nos planteamos supuestamente más maduros, resueltos, cojonudos y perspicaces que Exequiel, el bochorno no se debería proyectar. Exequiel, por de pronto, se te planta en las narices, como un espejo, entregándote la posta de algo más duro, lo que a la larga necesariamente gatilla incomodidades y revisiones personales, generalmente tanto más perturbadoras, ocultables y reprochables que la güata sebosa y las tetas marchitas del protagonista.

Ahora bien, yendo un poco más allá, todo aquel que haya vivido en -o conocido- alguna ciudad de provincia puede comprender qué pasa por la cabeza del protagonista, quien claramente nunca ha salido de su ciudad, que probablemente nunca tuvo “el valor” de salir o, mejor dicho, la necesidad. Su cultura, tiene que ver con una constante procrastinación de los asuntos dada por las cercanías geográficas y los lazos igualmente inmediatos de las urbes pequeñas. Y convengamos que Exequiel no es peor que su país, que –igual de pragmático en su metro cuadrado– está acostumbrado a meter la mano en la tierra y obtener todo; cobre, frutas, verduras y cuanta materia prima haya ¿Para qué, entonces, pensar o hacer más de la cuenta? No se puede exportar lo que no se tiene o desarrolla. No se puede salir a dar jugo. Exequiel –limitado y todo–,  algo de esto comprende, y le hacen pagar el precio por aceptar ser quien es.

 “Yo estoy bien, y esta es mi casa”, dice Exequiel con dignidad, en un momento clave, con esa seguridad que nunca explicitó pero que siempre tuvo.

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El Hobbit: Una película esperada.

Por: Camila Pruzzo / 05 de enero, 2013

Muchas veces me sorprendí a mí misma saliendo de una función con la negativa en la boca “no es como el libro”, “no pusieron esa parte, era muy buena”, “así no terminaba exactamente”. Debemos tener en claro que cuando una película está basada o corresponde a una adaptación de un libro jamás será idéntico, y tratará de hacer una construcción fiel de los personajes y la trama, mas no contará con muchos de los elementos narrativos que los lectores desearían.

“El Hobbit: un viaje inesperado” no es la excepción.

He escuchado especialmente sobre ésta cuarta película de Peter Jackson relacionada con los escritos de J. R. R Tolkien, que perdió en poética (respecto al libro) y ganó en dinamismo y acción. Excesivamente explosiva a veces y reiterativa, la fórmula era más o menos la misma siempre; los personajes en peligro ante un gran número de enemigos, salvados por la distracción del mago Gandalf El Gris y el tiempo ganado constantemente por Bilbo Bolsón, el narrador inicial y protagonista (a quien luego perdemos en pos del recorrido del relato cinematográfico a diferencia del libro, donde existe un narrador omnisciente) permitía al grupo de Enanos de la tierra destruida de Erebor, luchar contra los males que los aquejaban en el camino.  Curiosamente, hay medios norteamericanos catalogando la película como lenta, en pos de la idea del viaje. Señores, no sé qué tipo de películas han estado viendo, pero tendría unas cuantas que sugerirles si “El Hobbit” les pareció lenta.  Para ser una película de viaje, avanzó bastante poco.

Concebida como una película de distribución comercial, una saga y franquicia ya antes probada con la trilogía de “El Señor de los Anillos” por el mismo director y productora, es de esperar la pirotecnia y usos de ciertos tipos de cámaras y planos reproducidos en las primeras películas: tomas aéreas cruzando los nórdicos paisajes de Nueva Zelanda en dirección opuesta a la caravana de personajes que, especialmente diminutos, luchan contra las adversidades del tiempo y el clima, además de una cacería por enemigos ya conocidos como los orcos y trolles.

Me sorprende que insistan con esperar que la película de 2 horas 50 minutos sea equivalente a un libro que fue escrito pensado para niños (que claro, luego de su publicación y debido a su éxito, debió ser modificada para el tono de las otras novelas.) Las secuencias, la narrativa cinematográfica no son equivalentes a las palabras ni su forma, son más bien enunciados con múltiples lecturas, un lenguaje con un virtuosismo propio que permite relacionar no sólo imagen y sonido, sino otros elementos como el ritmo, la función de la música, el tamaño de los planos, los detalles.

“La imagen enseña, pero no dice” decía Jost.

Así como también Metz decía que una de las funciones del relato cinematográfico es transformar un tiempo en otro, el relato se distingue de la descripción así como de la imagen, que transforma un espacio en otro espacio, pensándose como una construcción a partir de un código que se ha ido conformando en géneros y contratos con el espectador. Toda aquella descripción que pueda hacer el libro de Tolkien, para un plano cinematográfico no podrá ser equivalente, y su forma de narrar no será diciéndolo, sino mostrándolo, bajo las formas conocidas del relato audiovisual.

Un poco conciencia como espectador, es un poco ingenuo esperar que una novela escrita entre los años 20 y 30 en Reino Unido, categorizada en el subgénero de Fantasía heroica, pudiese ser equivalente a una súper-producción hecha por Metro Goldwyn-Mayer, New Line Cinema (de la Times Warner) y la WingNut Films de Jackson, co-producida por Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos, distribuida por la Warner Bros. Pictures. Y siendo uno de sus guionistas Guillermo del Toro, director, guionista y productor de películas como “El Orfanato”, “Hellboy”, “Blade II” y las otras dos películas que seguirán al Hobbit (El Hobbit: la desolación de Smaug y El Hobbit: Partida y Regreso) puedan pensar en una narrativa más bien cercana a otro tipo de cinematografía, a otras formas precisamente ajenas a la concepción clásica hollywoodense a la que responde este tipo de productoras y especialmente, a este tipo de presupuestos.

Podemos entender que el cine se alimenta de otras formas, las integra y las transforma, pero no seamos necios. El cine es algo más allá de los elementos que lo componen. El cine es más.

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“Stefan versus Kramer»: el mercado es así

Por: Luis Horta / 05 de enero, 2013

Es curioso que la “crítica seria” poco -o casi nada- planteara algún acercamiento profundo hacia la película más vista en la historia del cine chileno, “Stefan Vs. Kramer”, estrenada en el curso del año 2012. Lugares comunes más o menos, los ojos parecieron colocarse en la acomodada “No” (Pablo Larraín, 2012), más que en una comedia liviana, popular y televisiva, aunque bastante pretenciosa. De “Stefan Vs. Kramer” nadie habló mal, y la crítica solo se limitó a señalar que era una película que “entregaba algo más”, que “no era una sucesión de chistes”, una «película familiar» e incluso que era una “crítica a la política”, todas reflexiones que arrojan cierta simpatía y la aparente incapacidad de enfrentarse a un éxito de masas.

¿Es acaso la crítica la que está más distante del público que las películas nacionales? ¿Es tan grande la distancia entre crítica y cine popular? ¿Se dio por perdida la pelea por las pantallas locales? ¿Se asume definitivamente que las masas y el “cine de arte” no son compatibles, y renace la antigua paradoja de la “entretención de masas” como oposición a las “bellas artes”?. Si bien este texto no pretende aclarar ninguna de éstas dudas, si busca abrir interrogantes válida a partir de una película que devela la crisis de las audiencias manipuladas por el centralismo, el mercado y las fracturas de la educación pública.

Antes que todo, es pertinente situar a una película como “Stefan Vs. Kramer” en una línea entre “El Burócrata González” (Tito Davison, 1964), “Ayúdeme usted compadre” (Germán Becker, 1968) y “Todo por nada” (Alfredo Lamadrid, 1989). No parece antojadizo cuando todas ellas abordan el imaginario del sujeto popular en relación al sistema que los cobija y las expectativas de éste.

“El Burócrata González” es el retrato de una clase media aspiracional que no solo trata con desdén a sus pares, sino que fija sus objetivos hacia su transformación en clase burguesa: Manolo (el comediante Manolo González), intenta convertirse en un empleado público, un “burócrata”, para tener así un pasar estable en un empleo liviano, seguro y que puede ser eterno. Por su parte “Ayúdeme usted compadre” incorpora un elemento fundamental en esta operación: la idea de aldea. Basado en el éxito de un programa de televisión de iguales características, la película gira en torno a una sucesión de arquetipos fácilmente reconocibles (la patria, la identidad) a modo de un eterno videoclip chauvinista basado en el folclore estereotipado y oficial, institucionalizando la identidad como un elemento delimitado por el poder.

Es la estetización de una nación en apariencia diversa, sublimada, acrítica y apolítica, con la aparición del animador de TV “Don Francisco”, la aparición de agrupaciones folcloristas como “Los Huasos Quincheros” y “Los Perlas”,

o cantantes juveniles de moda como Fresia Soto, donde todos ellos construyen un espacio mitológico sobre un Chile emprendedor, que necesita espacios de entretención en una especie de comunión visual, y que por años fue la película nacional más vista en la historia.

“Todo por nada” es otra película paradigmática, hoy día prácticamente olvidada por los expertos y los investigadores, pese a que es un eslabón fundamental para entender lo popular en el cine nacional. Fundamentada abiertamente en la explotación que propone el mercado, sus mecanismos operacionales no son tan distintos a los empleados por el cine contemporáneo: la utilización de rostros televisivos en una época en que los medios ya se encontraban en un desarrollo amplio, y apelando a resquicios narrativos como filmar en el Festival de la Canción de Viña del Mar –curiosamente igual que “Kramer”-, la película es un retrato del destino (colectivo) en que transita aquella clase media de “El Burócrata González”, ya sea desde la tímida intención por escalar económicamente, hasta la frivolidad explícita producida por un estado de arribismo permanente, la herencia de la dictadura neoliberal. En “Todo por Nada” “Alejandra” es una promotora de supermercado que no duda en acostarse e involucrarse con cualquier empresario, productor de televisión o personalidad influyente, con el objetivo de escalar en sus ansias por transformarse en una estrella de televisión. La configuración moral de un personaje como “Manolo” parece ingenua ante un mundo supeditado por el mercado, la vanidad y el nivel socioeconómico en un país abiertamente capitalista que vive los últimos días de una dictadura –ausente en el relato-, y donde el status (económico y social) se transforma en el leitmotiv del vacío social y del anonimato de lo colectivo. El triunfo del individuo es sinónimo de modernidad de la misma manera que en “El Burócrata González”, y la identidad colectiva es el mismo lugar común de “Ayúdeme Usted Compadre” .

“Stefan Vs. Kramer” viene a tender un puente con esa construcción del imaginario de sociedad instaurada por éstos films, curiosamente también exitosas comercialmente en sus respectivos momentos. “Kramer” relata la historia de un reconocido imitador y comediante que, tras su éxito social y económico, asciende junto a su familia a vivir en un barrio de elite junto con estrellas de la televisión local. La escalada social es explícita (“comenzó vendiendo paltas” se indica en un chiste del film), pero también representa un nivel aspiracional que se ha transformado en un estándar del neoliberalismo, del consumo y de una idea de progreso. La identificación es evidente cuando en el Chile de hoy los artistas viven en barrios de artistas, los intelectuales en barrios de intelectuales, los políticos en comunas de políticos, y las clases bajas en la periferia.

A partir del cambio de casa con que se inicia el film, se plantea la clave del conflicto: los males del neoliberalismo evidenciados en las clases medias. Un sujeto que trabaja doce horas al día, exitoso y entregado a su fama, paulatinamente relega la idea establecida de familia, desplazándola por su trabajo. Es evidente la sublimación del éxito en dos polos: laboral y familiar, pero siempre cuantificable. Sin embargo, el relato plantea una curva cuando, de manera paralela a este relato, un grupo de políticos y personajes públicos comienza a entretejer un plan para eliminar mediáticamente al imitador que, día tras día, arruina sus (¿valiosas?) imágenes públicas, con representaciones satíricas que explotan sus falencias, su humanidad. El plan consiste en que éste grupo de políticos y personajes de la farándula elabora un concurso de televisión para que «nuestro protagonista» participe junto a su anónima esposa, y así destruirlo públicamente. Y efectivamente la dupla comienza a ganar hasta llegar a la final, a la cual Kramer no asiste por encontrarse…cantando en el Casino. Surge la figura femenina quien decide salir adelante sola y así ganar la competencia ante la idolatría de un público entregado al heroísmo de una mujer abandonada por el trabajo: el matriarcado como reflejo de una sociedad contemporánea que ve en la figura femenina un pilar estóico de desarrollo, o una necesidad en la horfandad.

Más allá de este conflicto, los elementos que emplea la película a nivel argumental son la clave para entender la histórica audiencia que convocó, apelando a la fidelización por medio de la decadencia del sistema neoliberal que se manifiesta en las clases medias, vulnerables y sometidas a ser la mano de obra en un sistema depredador. La película efectivamente tiene una conexión con las clases medias y bajas por interpelarlos directamente: el automóvil de marca, la ropa, el cambio de vida a un barrio de elite, la farándula, la ausencia de vida íntima. A lo largo de la película no solo vemos un desfile de imitaciones del actor cómico, sino un espejo deformado de los estados patéticos de la población, entregados en clave de comedia para así utilizar esa identificación como una virtud. “Kramer” parece conocer al público al que se dirige por que es tan frívolo como él, aspira al éxito económico tal como el chileno medio, y se ríe de la imagen política como se ríe todo chileno, error que cometieron «Charly Badulaque» (Marcos Carnevale, 2001) o «Che Kopete» (León Errázuriz, 2007) con sendos fracasos comerciales.

“Kramer” no es una película política, eso es claro, a pesar de que aparece una serie de políticos de derecha aparentemente ridiculizados. Sebastián Piñera (y su hermano Miguel, que también aparece en “Todo por Nada”), Pablo Zalaquett,  Arturo Longton (que más bien es hijo de políticos de derecha) o Rodrigo Hinzpeter, apariencia que se quiebra en el falso final cuando todos ellos se dan la mano en la misma idea de unidad que plantea “Ayúdeme Usted Compadre”. Son personas nobles y afectadas en un país donde todos tienen un lugar para ser aceptados: un sueño identitario colectivo.

“Stefan Vs. Kramer” se estrenó con 109 copias en 35mm, cifra inédita que posibilitó copar las pantallas por un buen rato. Sin recursos del Estado, y con numerosos placement, la película se subvenciona y recupera gran parte de una inversión que tampoco es menor. Un ejemplo para la idea de mercado que plantea el gobierno de turno, y que coloca los pelos de punta a los investigadores y críticos que parecen no asir por ningún lugar a una película popular y liviana, que interpela a los lugares comunes nacionalistas y a una sociedad televisada. Pero también da cuenta de manera inconsciente de una sociedad quebrada por las bondades del neoliberalismo, adherida a una idea apolítica de nación planteada desde los años ochenta, violenta en las operaciones sociales de la comunicación, de las imágenes, de un estado tan invisible como inservible, y que en la ridiculización del armamentismo -en la secuencia final- demuestra lo habituados que estamos a una violencia social invisible y permanente, adherida en el cotidiano de seres individualistas como todos los personajes del film, hedonistas y banales, ¿acaso el sueño real de toda la clase media chilena?.

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Sobre el Documental “Pinochet”: ¿Identidad y memoria?

por: Luis Horta / 05 de enero, 2013

Hay que reconocerlo: hace muchos años que el estreno de una película chilena no concertaba tal revuelo mediático en noticieros, periódicos o redes sociales. Si esto es mérito, o una simple anécdota, es difícil de interpretar ahora, pero no se puede esbozar algún tipo de idea sin señalar que ante todo, “Pinochet” es un intento algo ingenuo por provocar. Y quienes se sienten provocados por una película de éstas características, no han sino replicado con caricaturas, lo que de una manera nos instala en un nivel de reflexión en torno a las ficciones: ficcionar la derecha y ficcionar la izquierda. Ficcionar a Chile.

Antes de esbozar cualquier idea sobre el film, es importante señalar que este no es el primer documental que se ha realizado sobre la figura del dictador o que busca construir un imaginario histórico desde el pinochetismo. Desde recién asumida la dictadura, ésta contó con cineastas que se abocaron a reemplazar los códigos visuales que la Unidad Popular se había encargado de instalar y popularizar, subvirtiendo lecturas, ideas y discursos visuales del gobierno socialista. Entre aquellas viejas películas de propaganda, y “Pinochet”, no existen mayores variantes proporcionando un relato más bien cándido, artificioso y que en algunos casos bordea el camp y el mal gusto.

“Pinochet” es, ante todo, una película sobre el poder. O sobre la codicia por el poder, si se quiere ser más exacto. El documental constata en cada una de sus unidades la rabia de los perdedores, los que cayeron luego de acariciar el totalitarismo absoluto, de aquellos que construyeron un paraíso neoliberal que nadie les reconoce como autores luego de la salvación de las garras de la utopía marxista: “El capitalismo es un basurero lleno de autos, artículos eléctricos y comida; el comunismo es el mismo basurero, pero sin nada…” señala un aparentemente cándido abuelo que explica en simples palabras la dicotomía de la modernidad a sus nietos, arriba de su impecable camioneta.

La película así transita por una especie de recuento de los lugares comunes del pinochetismo bajo el pretexto de entregar a las nuevas generaciones una visión de la verdad, concepto que se reitera a lo largo de las casi dos horas de película. La verdad que “no se cuenta bien” o “que no se conoce”. Así, el pinochetismo se niega a reconocer sus bajezas a cambio de develar un constructo que se sabe, en su naturaleza, inútilmente testarudo. En el ocaso, no queda sino construir una épica imaginaria que pueda situar en una especie de dignidad heroica lo que hoy ocupa el olvido. “Odio quiero más que indiferencia”, y eso le aterra a éste pinochetismo, que fundamenta una obra en la memoria imaginada, en el recuerdo subjetivo de un colectivo que se debate en la imposibilidad de un neoliberalismo voraz que es capaz también de ser antropófago cuando en el horizonte se avizora el poder. La trascendencia es el último lugar al que puede aspirar el pinochetismo, que vio cómo sus otrora seguidores huyeron en busca de un nuevo sol que alumbrara con mejores colores para conquistar aquel preciado  ejercicio de potestad civil, un sol no tan alejado de sus otrora enemigos, que actúan de manera tan reaccionaria como ellos.

La ingenuidad con que se presenta el relato es, en algunos casos, pudorosa.  Si ya el título intenta ser una especie de respuesta al “Allende” de Patricio Guzmán, acá no encontraremos ni asomo de su oficio. Muy por el contrario, el intento acelerado por desmitificar un mito que a nadie le importa parece un gesto desesperado, pero que adquiere valor en inéditas declaraciones de generales golpistas que hablan desde la tranquilidad de sus casas, o en la constatación de un país moldeado en torno al capital que parece caminar sobre sus muertos en dirección incierta. La caricatura del mundo marxista y comunista, el desprecio por los políticos de derecha, la omnisciente aprobación a la tortura y violencia de estado al no aludirla, invisibilizarla o fundamentarla en un imposible estado de guerra con una población civil armada que, lamentablemente para la tesis del documental, nunca dio luces de su existencia.

Si hay dos elementos en que la película es honesta, es en su nostalgia y en su rabia. Rabia al ver cómo aquellos muchachos civiles formados al ala de los militares, y que tuvieron la oportunidad de instalar un sistema neoliberal, posteriormente los abandonaron a su suerte, no escatimaron en cuestionarlos públicamente a cambio de popularidad efímera y vanidad. Rabia de cómo los civiles actúan bajo los parámetros civiles, y que tenían razón en desconfiar al entregarles todo. Pero también es la nostalgia de ver un país aparentemente próspero, -“bacán” como señala un adolescente del barrio alto- desconoce al artífice máximo de aquella “obra”. Es un reducto nostálgico, que aún se hace patente en un Chile cotidiano tras   el noticiero central de “Mega”, en las columnas de Gonzalo Rojas para “El Mercurio”, en los fundadores de la UDI, ese reducto que se siente en la necesidad de honrar a los fantasmas, de crear un mundo ideal para sentirse en el mundo de verdad, de reivindicar sus propios héroes para ocultar sus miserias humanas, en sentir el desprecio por la pobreza y por el hambre que tanto les aterra, más que la muerte, más que el sadismo humano, más que el dolor.

“Pinochet” devela un momento de la naturaleza humana propio de los totalitarismos contemporáneos, del ejercicio del poder cotidiano, de la vanidad. Ya no es el constructo, el imaginario, el artificio, la ficción la que es relevante en una película de estas características, sino que lo que representa: un país latente, un sistema de hacer las cosas, una forma de vida que esta vez si se ha perpetuado en torno al capital. “Pinochet” merece ser visto, merece conocerse, merece que la ideología pinochetista se conozca para comprender en parte la forma en que reaccionan hoy las instituciones, el poder, la burocracia, un estado que se cubre con una constitución creada por Jaime Guzmán y por un país cada vez más cercano a lo que plantea éste documental: un basurero capitalista.